XLxas declaraciones sobre la importancia de las nuevas tecnologías para el crecimiento económico empiezan a sonar retóricas. El mensaje ya ha pasado y nadie discute la relación entre innovación y crecimiento del PIB por habitante, a través de mejoras en la productividad.

Estas ideas pertenecen a la historia del pensamiento económico, con grandes aportaciones en la obra de Schumpeter (1883-1950), donde el empresario innovador es la clave del desarrollo económico del mundo occidental. En nuestro tiempo, con mercados internacionales cada vez más abiertos, el acceso a las nuevas tecnologías y las opciones de desarrollo económico se han generalizado.

Numerosas empresas impulsadas desde economías emergentes, dentro y fuera de la UE, llegan con bienes y servicios muy competitivos a cualquier lugar. Estas economías emergentes siguen caracterizándose por costes bajos (laborales y fiscales), aunque sorprenden sus progresos en calidad de los recursos humanos, utilización de tecnologías avanzadas y mejoras del entorno empresarial institucional; en definitiva, el acierto en sus estrategias de desarrollo, que también se mide por el flujo de inversiones extranjeras directas.

Las empresas extremeñas se enfrentan al reto de siempre, ofrecer bienes y servicios a precios competitivos, aprovechando sus ventajas comparativas en costes, tecnología o marketing, o en las tres cosas al mismo tiempo. Lo que cambia es el mercado mundializado, que crece enormemente en tamaño al tiempo que se multiplica la competencia. De este modo, las ventajas comparativas progresivamente se asocian a la innovación en productos, procesos productivos o saber vender.

La bibliografía sobre la innovación es inmensa, pero siempre referida a cómo satisfacer la demanda de los consumidores que eligen en el mercado. Las empresas innovadoras mejoran la productividad regional, elevan la tasa de crecimiento y generan los empleos más cualificados y especializados.

En una economía de mercado, el crecimiento de la productividad del trabajo (PIB por hora trabajada) y el volumen de empleo productivo son los determinantes principales del nivel de bienestar de la población.

Entre los indicadores relevantes sobre innovación y productividad, donde mejor da Extremadura es en disponibilidad de titulados universitarios en el mercado laboral. En la Universidad de Extremadura se han matriculado 26.000 alumnos de media anual en los últimos diez años. Además, la cantera universitaria parece que está bien orientada, con el 40% de los alumnos matriculados en ciencias e ingeniería (curso 2003/04).

Paradójicamente, el nivel de desempleo, el tiempo para encontrar un empleo adecuado a la titulación o los salarios en el mercado regional no parece que frustren las expectativas de los jóvenes universitarios, sin considerar a aquellos cuya primera opción es el sector público, lo cual no quiere decir que lo tengan más fácil.

Los titulados extremeños también se enfrentan a una competencia exterior creciente de profesionales y empresas de servicios. El proyecto profesional no es diferente a cualquier proyecto empresarial. En las sociedades plurales, se puede optar por formas de vida no competitivas, que no den valor al estatus económico. Pero hacer carrera en el mercado es como administrar una empresa. Dados unos costes de formación (en tiempo y dinero), mayores para los universitarios, las ventajas comparativas de la tecnología adquirida, en forma de conocimientos y especialización, y el marketing individual son las principales bazas para encontrar oportunidades. Aquel que se proponga un proyecto innovador tiene que añadir mucho esfuerzo, disciplina y confianza en sí mismo para asumir riesgos.

*Economista