TYta está aquí la Semana Santa, a la que podríamos llamar semana de tocata y fuga. Tocata por el resonar de cornetas y tambores mañana, tarde y noche; y fuga porque todo el que puede sale pitando de la ciudad.

Se quedan cofrades y mantillas, y todos los penitentes que, por unas razones u otras, no tienen la posibilidad de despegar las posaderas del sillón casero para ir a remangarse los pantalones a la playa y remojar las pantorrillas en agua marina, han de conformarse pues con mojar la mano en agua bendita con olor a incienso.

Si usted es de los que se queda --del grupo de la tocata--, seguro que se sabe de pe a pa su guión semanasantero. En el caso de ser cofrade tendrá preparado su cirio y su túnica recién planchada con olor a naftalina; si es penitente, su programa de rezos y sus escapularios, incluso estará mentalizado para cargar con una cruz por una promesa hecha al haberse librado de otra cruz. De ser mantilla, seguro que usará la peineta que heredó de la abuela junto a las recetas de coquillos y torrijas. Si se queda, sea usted quien sea, verá por enésima vez en la televisión Ben Hur o Los Diez Mandamientos . Sepa que la Iglesia católica ha sacado un nuevo catálogo de pecados, entre los que está bajarse películas de internet, aunque sean de las religiosamente correctas. No lo haga porque puede condenarse a ir al infierno por pirata.

Si es usted de los que se marcha --del grupo de la fuga--, debe saber que la Iglesia católica se ha vuelto muy ecologista y considera un nuevo pecado ir dejando basurilla por la playa o la montaña. Si usted se larga en su avión privado a una ciudad costera donde tiene anclado un yate de lujo con el que piensa hacer un crucero por el Mediterráneo, seguro que es un empresario con mucha pasta y por lo tanto le conviene saber que está usted en pecado por ser tan rico, y no le vendría mal donar parte de su patrimonio a quien bien le aconseja, la Iglesia católica, que mantiene que el infierno existe, y por lo tanto el que avisa no es traidor.

Pero ocurre que en pleno siglo XXI la gente está muy resabiada y no se cree cualquier cosa que le cuenten. Quizá por eso disminuya el grupo de tocata y aumente el de fuga.