El enésimo estallido de violencia entre Israel y Palestina ha vuelto a desempolvar los viejos esquemas y comentarios que se vienen reproduciendo de forma monocorde desde la creación artificial del Estado de Israel propiciado por lord Balfour , una mezcla de estratega y visionario, que justificó la decisión mezclando inspiraciones divinas y necesidades terrenas. Los habitantes de los territorios ocupados para asentar al Estado de Israel nunca admitieron el acto de fuerza que les desplazó de sus históricos asentamientos. A falta de otras razones, se acudió a la Biblia como fuente de mandatos que emanaban de la palabra revelada de Yahvé . Los humanos, una vez más, interpretaron su eterno silencio. Es difícil dialogar con los que elevan a la categoría de libro revelado una serie de tradiciones orales, imponiendo una visión unilateral de su texto. Yahvé solo atribuyó la tierra prometida al pueblo judío. Este dato es muy importante para comprender las crisis pasadas, presentes y las que están por venir.

XHAY QUEx situarse sobre el terreno y hablar con los protagonistas para entender las claves de una permanente confrontación en la que los antagonistas no son los primitivos judíos y los palestinos, sino otros intereses superiores que primero se justificaron por la guerra fría y, ahora, por ese magma oscuro e indescifrable del terrorismo. Haber visitado la zona y haberme entrevistado con variados sectores de sus habitantes y políticos no me da ninguna autoridad para opinar, con modestia, de lo que sucede en el día a día. Los habitantes de esos territorios se enfrentan a una diaria humillación diseñada estratégica y deliberadamente por los sucesivos gobiernos del Estado de Israel. Los ciudadanos que hoy se conmueven ante las escenas sangrantes e inaceptables para una sociedad civilizada deben saber que la violencia tiene sus raíces en una política interesada en hacer imposible la convivencia. Los controles montados por un Ejército que encomienda a sus soldados la misión de intimidar física y psicológicamente a los pobladores que buscan la supervivencia machacan a diario la dignidad de las personas. Si quieren relacionarse con su familias y convecinos tienen que sufrir la prepotente e inmisericorde actuación de unos militares que actúan arbitraria y caprichosamente. Es cierto que algunos sectores palestinos han optado por una suicida actividad terrorista, pero la respuesta no está en la ira incontrolada que se justifica con los textos bíblicos.

Además de arrogantes, se sienten intocables. Unos poderes terrenales, más allá de sus fronteras, les protegen frente a cualquier reacción de la comunidad internacional. Los estereotipados comunicados de condena del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fracasan ante el veto más reiterado de la historia de la ONU esgrimido de forma mecánica y displicente por Estados Unidos. La fuerza de las imágenes que recogen algunos medios de comunicación, continuamente obstaculizados con ridículos pretextos estratégicos, resultan insoportables. La barbarie y la cobardía nunca se borrarán de nuestras conciencias. Actúan sabedores de su infinita superioridad y capacidad de matar impunemente, sin arriesgar nada en la desigual confrontación entre unas máquinas de matar y unos indefensos ciudadanos que reciben el fuego del Dios de los judíos sobre sus casas. Donde localizan un objetivo terrorista previamente seleccionado, no existe derecho a la vida. Me gustaría que los ecuánimes comentaristas y analistas me explicasen bajo qué prisma o visión del derecho internacional, o simplemente de la racionalidad, la justicia y la decencia, se puede justificar que un clérigo que predica la destrucción del Estado de Israel puede ser masacrado desde el aire, sin tratar de detenerlo, llevando la muerte a sabiendas, es decir, con premeditación y alevosía, a todo su grupo familiar de mujeres y niños. La Corte Suprema de Israel ha destruido el derecho, y ha abierto una puerta aberrante a una increíble e inasumible concepción de la legítima defensa. No es solo un asesinato selectivo --que ya es en sí repugnante--, sino una venganza medieval que creíamos superada en el seno de la comunidad internacional.

En el llamado Cuarteto, la Unión Europea no contribuye a la armonía del conjunto. Cualquier conocedor de la política israelí sabe que Israel desprecia profundamente su intermediación. Para ellos, un organismo que incluye a Alemania, Austria, España e Italia suscita un profundo rechazo, por razones que no son difíciles de comprender.

El Pentágono, además del inexpugnable lobi judío, confían en el poder amortiguador de sus medios afines. No obstante, creo que han traspasado todas las líneas rojas que marcan la insobornable conciencia y sentido de la dignidad de todos los seres humanos que no pueden admitir los hechos consumados sin asumir una costosa cuota de autodegradación. El presidente Bush dice que se equivocó con las armas de destrucción masiva. El sabe que las verdaderas armas de destrucción masiva están en sus manos. Al final de su mandato ha tenido la oportunidad de ordenar su uso exterminador.