TLta compañía rusa Gazprom celebró el año nuevo cortando el suministro de gas a Ucrania. El contrato concluía el 31 de diciembre y, sin previo aviso, Ucrania se ha quedado sin gas. A la vez, la compañía rusa anunció que aumentaba el suministro a Europa.

Así, al pronto, y dentro del egoísmo que caracteriza a cualquier ciudadano europeo, parece que es una mala noticia sólo para los ucranianos, pero ocurre que la tubería por la que viene el gas de Rusia pasa por Ucrania, y las autoridades del país han dicho que no sabrán si podrán garantizar que no se interrumpa el tránsito, porque ya se sabe el cabreo que produce que te dejen por ejemplo, sin agua, y por tus tierras secas pase una tubería que precisamente lo que lleva es agua.

Otrosí, las formas jaquetonas de iniciar un nuevo contrato que exhibe Gazprom no quiere decir que no vayan a ser empleadas con sus clientes europeos en ocasiones venideras. Cambiar de régimen político es mucho más sencillo que cambiar de régimen económico, y, en el terreno económico, una empresa rusa se parece a una empresa europea como un bolero se parece a un rock, que todo es música, pero con diferente ritmo.

No hace demasiado, ante la aparición en el mercado energético español de una empresa rusa, se observaron opiniones desconfiadas, basadas en esos prontos que tienen estos dirigentes empresariales, algunos de ellos con más experiencia en sus cometido en el antiguo régimen que en lo que hemos dado en llamar libre mercado. Las biografías de algunos de los dirigentes empresariales rusos son, por decirlo de una manera sobria, algo pintorescas. Y teniendo en cuenta que no nos estamos refiriendo a productos prescindibles, como ropa, o bebida, sino a productos llamados estratégicos, que pueden paralizar a todo un país, parece que las negociaciones no deberían ir a todo gas.