José Antonio Zambrano acaba de jubilarse. El asunto sería baladí si no fuese porque José Antonio Zambrano es uno de los mayores poetas españoles de la actualidad. Se ha jubilado como trabajador, es decir, en su tarea diaria para ganarse el pan, pues ya se sabe que la poesía no da de comer, aunque sin ella tampoco podríamos vivir, por lo menos, algunos. Y eso quiere decir que si, hasta hace poco, teníamos a Zambrano en pie de poesía tan sólo unas horas libres después de la jornada laboral y de los quehaceres físicos y psicológicos que tal empeño conlleva, que son muchos --levantarse temprano, desplazarse al trabajo, asistir a reuniones o a actos profesionales fuera de hora, dedicar energía y preocupación a la tarea no terminada o al proyecto de una nueva, encajar sabiamente la convivencia con los compañeros, aguantar al jefe, siempre que éste no esté loco, porque, en ese caso, sería sufrir al jefe--, ahora le tenemos las veinticuatro horas para nosotros --porque el poeta sigue siéndolo cuando duerme y muchos grandes poemas han salido de un sueño-- , es decir, para su arte, porque ya se sabe que los poetas siempre lo son, no en beneficio de ellos mismos, sino en beneficio de la humanidad.

Todo Zambrano, pues, del alba al ocaso y del ocaso al alba, para la poesía, es decir, para todos nosotros. De modo que, si antes, enfrascado obligatoriamente en menudencias prosaicas, yendo constantemente "de su corazón a sus asuntos", ha producido esa inmensa obra poética que le acredita como uno de los grandes de nuestra lengua, qué será ahora que tiene todo el tiempo para amasarlo en poesía.

Lo averigüé, porque acaba de suceder, cuando le llamé el otro día a su trabajo y me dijeron que se había jubilado. Me contestó en su casa. Le sorprendí escribiendo poesía. Y me regaló al instante, por teléfono, dicha en su voz de poeta consciente de sí mismo y del mundo, la primicia de un gran poema titulado Cuidado de las horas , perteneciente a un nuevo libro suyo que se llamará probablemente, aunque él no quiere que se sepa, Lo que dejó la lluvia .

Zambrano nos ha dejado hasta ahora más de cuarenta años de trabajo cotizados y quince libros maravillosos. Y ahora, desembarazado ya de lo prescindible, se instala definitivamente y por completo en lo esencial. Todo Zambrano. Para suerte nuestra.