Como la guerra está lejos de haberse terminado, será preciso esperar al final de tosas las batallas para comprobar daños y beneficios. O con más precisión, los daños más cuantiosos o los desgastes más serios registrados en las correspondientes filas. Me estoy refiriendo a Montilla-Castells-Iceta versus Zapatero-Solbes-Chávez , ahora enfrentados a cara de perro por culpa de la financiación autonómica del futuro.

Es evidente que a Montilla le bastará muy poco para poder decir que ha mejorado lo que había. Incluso es seguro que en la cabeza de Zapatero y Solbes ya existían esos planes de mejorar la oferta inicial, como suele suceder en el comienzo de una negociación, en la que uno empieza haciendo una oferta y espera a conocer las posiciones contrarias para mantener, debatir y elevar la oferta última. Si Montilla y su tripartito suma a los convergentes de Mas y Durán , sólo queda fuera del combate el PP recientemente renovado, con Alicia Sánchez al frente. ¿Meditó acerca de estas circunstancias que pudieran significar el comienzo de una nueva etapa del PP, en la que este partido se signifique, o bien por su silencio e inexistencia, como a menudo ha venido sucediendo, o bien por el empleo de un sentido común abrumador?.

Lo cierto es que, hasta este instante, en el PP apenas se han escuchado voces que participen en esa batalla de la financiación autonómica, como si la cuestión no fuera con ellas. ¿Están a favor de Montilla, como en un primer momento se significaron los valencianos de González Pons , o confían en el desgaste de ambas partes y en que termine predominando una tercera vía que todavía nos es desconocida?.

Por lo que se refiere a Montilla y los suyos, han llegado a amenazas con todas las armas a su alcance, incluida la definitiva de votar contra los Presupuestos Generales del Estado, al igual que anteriormente hicieran los convergentes de Mas y Durán. ¿Es una amenaza seria, o sólo un recuerdo de hasta dónde podrían llegar las cosas? Porque frente a esa amenaza, Solbes y Zapatero ya tienen la correspondiente réplica: Pues, muy bien, ya que no se garantiza la aprobación de los Presupuestos, recurramos a la fórmula de prolongar los Presupuestos del corriente año por doceavas partes, mes tras mes, y todos habremos perdido. Además, hay otro argumento supremo para hacerlo: la crisis es un argumento supremo para indicar que no cabe incremento alguno del gasto sobre el del año anterior. E incluso, que bien podrían bajarse tales gastos, empezando por el que se entrega a las comunidades autónomas, que siguen endeudándose sin tregua.