TEtn esta apasionante especialidad de la comunicación que me ha tocado vivir a diario, constato la ingente cantidad de pilotos que me rodean.

Es lógico. El que más o el que menos nos hemos sentido virtuosos del volante en alguna ocasión. El haber hecho muchos de nosotros nuestros pinitos , la ocasión de probar los mejores automóviles, el ver correr a los ases, nos ha embriagado por ósmosis con esa deliciosa droga descubierta en el siglo pasado por los modernistas y que se llama velocidad.

Como los pescadores, solemos abrir siempre un poco más los brazos al contarnos nuestras virtuosas actuaciones y solemos callar algún que otro estrepitoso fracaso de nuestras dotes al volante o al manillar. Pero, bromas aparte, no hay que estar ligado o relacionado con la competición automovilística para tomar conciencia de algo que va más allá del deporte motorizado.

La responsabilidad de manejar un vehículo por vías públicas nos transforma en actuantes de una actividad necesaria, apasionante y peligrosa. No hace falta tener un carné federado para tomar conciencia de las técnicas de conducción y su aplicación en carretera.

Ahora, con una mayor fluidez vial, gracias a las autovías, es necesario una readaptación de usos y costumbres del automóvil. Si un piloto de competición tiene como primera obligación reconocer el circuito, acostumbrarse a él y tomar las referencias necesarias para sacar el máximo partido de sus dotes y mecánica, el automovilista tiene el deber de saber desenvolverse ágil, atento y eficazmente por la carretera abierta.

Hay muchos decálogos para las carreras de velocidad. Pero también habría que aplicar algún ejemplo en la actividad diaria de cualquier automovilista, donde cada uno podríamos siempre como pilotos: saber circular a las velocidades permitidas sin entorpecer la fluidez del tráfico.

Aprender a rebasar las rotondas con soltura. Dominar la frenada sobre todo tipo de firmes sin perder el control del vehículo. Mantener las distancias de seguridad y no confundirlas con huecos donde refugiarse tras un adelantamiento innecesario. Facilitar la incorporación a otros vehículos que acceden de otra vía.

Aprovechar la trazada más segura que la calzada permita en las curvas. No confundir la prudencia con el temor. Indicar siempre a los demás con la suficiente antelación nuestras acciones...

*Director ´Motor COPE´ Extremadura