ACOSTUMBRADOS

El poder y el dinero

Raquel Nieto Muriel

Mérida

La cruda realidad: Vivimos en un mundo en el que nos hemos acostumbrado a las injusticias, a la corrupción y al mandato de los poderosos. A la mayoría nos resulta impensable que hoy en día un político pueda ejercer su profesión al margen de la corruptela. También nos hemos acostumbrado a que las grandes multinacionales con la deslocalización de sus sedes de producción exploten a niños para aumentar sus ingresos. Todo gira en torno al poder y al dinero, poco queda de la ética y las buenas intenciones cuando el poder se convierte en ambición en las manos de unos pocos. Lo realmente triste es que no nos sorprendan estos hechos, los sabemos sí, pero nuestra opinión parece que no tiene mucho peso, así como nuestras acciones para pararlo. ¿Dónde quedó el poder del pueblo? En las manos de seres sin escrúpulos cuya única meta es hacerse asquerosamente ricos acabando con todo lo que se encuentren a su paso.

Parece que de poco vale tener una Constitución que "protege" unos derechos fundamentales en este país. Hace tiempo que se rozó el límite y la situación se hace ya insostenible. Si la justicia no nos proporciona lo que es nuestro, habrá que tomarla por nuestras manos.

INDULTADA

A la cárcel por 193

Vivayo

Un inciso para entender mejor la situación: la pena de cárcel no se habría debido al hurto (por ser una cantidad pequeña), sino a la suplantación de identidad, que es un delito muy grave. En otras palabras, de haberse encontrado una cartera con esa misma cantidad de dinero en vez de haber usado una tarjeta de crédito, la situación habría sido algo distinta desde el principio.

QUIEN NOS RESCATA

Recuperar la dignidad

Pedro Serrano Martínez

Valladolid

Quién nos protegerá de tanta indecencia. Quién nos rescatará de esta ciénaga apestosa de corruptos y corruptores. Quién destruirá las cloacas que discurren bajo la aparente normalidad democrática, política e institucional. Quién nos salvará de tanta iniquidad, quién.

Solo nosotros podremos salvarnos a nosotros mismos. Nosotros, los ciudadanos de bien somos mayoría y podemos desenmascararlos, arrancarlos del mundo de privilegios que han creado a su medida. No será fácil expulsar a estos nuevos fariseos del templo, pero estoy seguro de que toda la rabia e indignación acumulada de cuantos nos sentimos afrentados y escarnecidos, logrará hacer frente a tanta rapiña, desgobierno e impunidad.

Es hora de arrebatar a estos indecentes, inmorales y aprovechados el espacio mediático y político que están ocupando para dárselo al verdadero protagonista: el pueblo. Es la hora del clamor popular y del compromiso. Es hora de poner orden y recuperar la dignidad de este país vapuleado por la ineptitud y el latrocinio.