POBLACION

Habitantes de Cáceres

Acercarse no es alejarse

Cáceres no se aleja de los 100.000 habitantes porque para eso tendría que perder población, y eso no está ocurriendo. Simplemente se acerca más despacio de lo estimado en esas previsiones. Entre otras cosas porque esas previsiones no han acertado en ninguna otra ciudad española, ya que se calcularon en un entorno económico de gran auge que se pensaba que duraría para siempre, y teniendo en cuenta la situación y comparando con otras ciudades españolas del mismo rango (segun el Instituto Nacional de Estadísticas), tiene un crecimiento más que aceptable.

UN PAIS PERDIDO

El regreso a Españadel abuelo Ernesto

Jose María Méndez

San Francisco de Olivenza

Los años y el poder de las raíces me han devuelto a estos parajes. Amo este lugar porque aquí fue donde nacieron mis ilusiones y mis sueños, donde sufrí y anhelé un futuro de color. Aquí encontré el cariño de gentes cercanas y amables. Me abrieron su corazón seres buenos que me dejarían para siempre marcado. Mis dioses son todos aquellos que me han ido ayudando a llenar la mochila con más ideas y más bondad. La vejez me trae de vuelta al inicio. Abandoné un país enormemente rico, lleno de posibilidades y de alegría, para encontrarme hoy, muchos años después, este desolado paisaje donde hasta reír es un enorme lujo.

Muchos corruptos y explotadores no han sido capaces de pensar en la sociedad. Se han enriquecido destruyendo el bienestar de una nación. La miseria invade cada rincón de cada calle y no se detiene ni ante hospitales y escuelas. Los que nos prestan dinero exigen que el gasto público se reduzca infinitamente. Los hospitales ahora no tienen ni siquiera las mínimas condiciones en cuanto a sanitarios y medios, los profesores han perdido su estatus, su respeto.

Sus sueldos disminuyen a medida que aumentan sus horarios y el número de sus alumnos. Aquellos colegios e institutos que para mí fueron esenciales en la excelente educación que recibí, donde auténticos especialistas tenían medios para desarrollar su trabajo, ya no son más que un borroso recuerdo.

El país que dejé era una de las mayores potencias económicas; el país que encuentro está perdido en los abismos, con una deuda extenuante cuyos intereses se siguen disparando... Y con la peor sensación de impotencia entre una parte de los ciudadanos, quienes, hartos e indignados, ven cómo la propaganda del Gran Hermano sigue alelando a la otra parte.

Ni siquiera un viejo de mundo como yo puede evitar la incertidumbre ante estos momentos decisivos. Solo sé que ha aflorado entre muchos una idea nueva. Arrastrándonos humillados en los barrizales hemos podido descubrir que avanzamos juntos. Jamás habíamos sido tan conscientes de nuestra unión. La utopía está más cerca.