SAN ANTONIO

¿Miedo a descubrirlo?

Severiano Talavero Tovar

Casar de Cáceres

Nuestro periódico nos ha ofrecido recientemente una foto de la procesión con la imagen del santo de Lisboa (así lo llaman nuestros vecinos portugueses, y no de Padua, puesto que nació en la capital portuguesa). Leemos que el pueblo de Cáceres ha honrado a San Antonio pidiendo salud y amor. Está bien, pero a los santos se les honra imitándolos. Es triste que no se llame la atención sobre el gran predicador que fue. El pueblos tiene derecho a saberlo. Quizás haya clero que no esté muy interesado en ayudar al pueblo en esa tarea del descubrimiento, porque entonces, al menos los creyentes, pueden decir a los predicadores: padre, aplíquese el cuento.

Porque lo que San Antonio pide es nada menos que no se predique lo que no se practica. Para tropezar con este pensamiento no hace falta mucho investigar, basta con que los sacerdotes se fijen en lo que leen en el breviario del día 13 de junio. Leemos estas palabras del santo, además de citar a otro, porque hasta culto era el hombre, hambre de cultura que llevó al hacerse franciscano, dejando su orden anterior, cambio que hizo por ansia de autenticidad y seguir más radicalmente el Evangelio.

Nos dice este gran portugués: "Es vivo el lenguaje, cuando son las obras las que hablan. Callen las palabras, hablen las obras. Estamos llenos de palabras, pero faltos de obras y, por lo mismo, malditos del Señor....". Dice Gregorio; "Hay una norma para el predicador: obra lo que ha de predicar". Inútilmente predica el que con sus obras echa por tierra lo que predica". Ahí queda eso. Por supuesto que el cuento soy el primero en aplicármelo. Pero no estaría mal que los lectores pidan cuentas. Si son creyentes, a los predicadores, especialmente en novenarios de tronío. Y si no son creyentes, sí que son ciudadanos y votantes y pagadores de impuestos. Que pidan rectitud de conducta a sus políticos y politicastros en todo el mundo.

PETICIONES

El comercio en Cáceres

Ciudadano libre

Yo no quiero que me regalen paellas. Quiero: que no abusen en los precios, que den el tique (o ticket para los puristas) de venta, que me den el dinero en las devoluciones y no un vale, que no le traten a uno con despotismo, que no me juzguen y me digan "esto es muy caro para ti", que no critiquen a los clientes delante de otros clientes, que haya competencia de verdad, que tengan horarios ajustados a la clientela, que atiendan, que el personal sea profesional, que tengan un poco más de educación y respeto al cliente... ni más ni menos. Ahora no pueden echarle la culpa a los "grandes almacenes" que se "comen al pequeño comercio" porque en Cáceres no hay ninguno, que no echen la culpa a horarios que no están nada liberados... Cáceres se está hundiendo solita porque aquí seguimos como en el siglo pasado, tratando mejor a los amiguetes o a los conocidos de tal o cual concejal (o médico o abogado) en vez de tratar a todo el mundo igual. El "catovismo" está matando a Cáceres.