SU CIERRE

El Ateneo de Cáceres

Ambixa

Lo que no puede ser es que haya subvenciones para unos sí y para otros no. Las subvenciones a las ONGDs se han reducido en un 80%, mientras que las de las asociaciones de vecinos se mantienen. Y no estaría mal si estas las emplearan adecuadamente, pero lo cierto es que la mayoría del dinero lo gastan en fiestas, celebraciones, migas, matanzas y otras mamandurrias. Así nos va, anteponiendo la barriga a la cultura.

UNA REFLEXION

Tragedias y publicidad

Joaquín León Cáceres

Badajoz

De todos es conocido que la publicidad es necesaria para el mantenimiento de los medios de comunicación digitales, pues es uno de sus principales ingresos. No obstante, hay situaciones y momentos en los que, en mi opinión, se debería prescindir de la proyección de anuncios publicitarios como en la reciente tragedia del accidente ferroviario en Santiago de Compostela y en otras de características similares. Resulta insensible, cuando no inhumano, que previo a ver en vídeo unas imágenes impactantes, que demuestran la fragilidad del ser humano, nos proyecten vídeos de un dentífrico, de vacaciones en playas paradisiacas, de estreno películas y de cualquier producto comercial que podamos imaginar. Entiendo, que las empresas publicitarias y los propios medios digitales debieran reflexionar sobre este asunto. No todo vale para vender.

SOMOS FRAGILES

Esta vez la tragediase subió a un tren

Pedro Serrano Martínez

Valladolid

La tragedia utiliza mil estratagemas para llevar a cabo sus fechorías. Esta vez se subió a un tren de alta velocidad y se materializó en una curva mortal. Ahora tocan los estudios de rigor para averiguar las causas, pero los muertos seguirán muertos y los vivos seguiremos cometiendo errores. Siempre ocurre lo mismo: primero, las desgracias; luego ponemos los medios para prevenirlas.

De todas formas, debemos aceptar que vivimos en un mundo imperfecto. Un mundo lleno de defectos como nosotros mismos, que somos falibles, que somos humanos. A pesar de la ciencia y de la técnica, nunca podremos llegar a controlarlo todo. En el mundo que habitamos, todo es precario, provisional, defectuoso, efímero, inconsistente. Se diría que todo está apuntalado como un edificio que amenaza ruina. Vivimos rodeados de peligros, y es un milagro que aun no ocurran más desgracias. Pero, curiosamente, tenemos una percepción de fortaleza sobre nosotros mismos engañosa. Quizá sea porque nuestra mente privilegiada e imaginativa es capaz de disfrazar nuestra realidad. Quizá sea porque nos contemplamos más veces vestidos que desnudos. Quizá sea porque normalmente no podemos ver lo que esconde nuestra propia piel. Sea por lo que sea, vana ilusión la nuestra. ¡Somos tan frágiles y vulnerables!