BEATIFICACION

Confiar del puebloen el Papa Francisco

Felipe Seara Navarro

Bilbao

La esperanza que no pocos, incluso no cristianos, teníamos en el cambio que parecía representar el nuevo Papa Francisco se ha visto sometida a una dura prueba ante la increíble canonización de 522 sacerdotes, "mártires" de la "cruzada".

Aparte de su conducta personal, es evidente que murieron, no por el odio a Jesús de unos demonios, --dualismo nada cristiano--, sino por lo contrario, por representar a una Iglesia que había traicionado a los pobres aliándose con sus ricos explotadores y con los peores espadones.

¿Ha traicionado también Francisco a Jesús al permitir ese descarado montaje político? Quizá no, sino que puede haber tolerado que se consume ese espectáculo antievangélico para que se comprenda mejor una posterior limpieza a fondo de una jerarquía eclesiástica española que es tan poderosa en riquezas mal habidas y conexiones corruptas con los poderosos como, por eso mismo, profundamente contraria a las explícitas enseñanzas de Jesús, por lo que solo es aprobada por el seis por ciento de los españoles, mucho menos que cualquier otro grupo dirigente de nuestra sociedad.

ENTERRAR A LOS MUERTOS

Los mártires de la guerra civil española

Conchita Viera Nevado

Valencia de Alcántara

Me uno a la macro-beatificación de esos mártires que injustamente, también, fueron víctimas.

Yo repito una y mil veces que no me solidarizo con criminales, por ello me siento dolida y agraviada por la desatención del Papa Francisco en no atender la demanda de pedir perdón por el apoyo de la jerarquía eclesiástica a la dictadura franquista, impune de macro-asesinatos de personas pacíficas, como era mi padre que luchó sin violencia por la concordia, por las necesidades del pueblo, por la educación y por la reforma agraria, que sin ir al frente a luchar por España, fue sacado de su casa para ser asesinado dejando viuda e hijos huérfanos, que después de su crimen sufrimos toda clase de atropellos, que nos impusieron el silencio y todavía hoy estoy luchando para que los dueños de la finca Cuadrillas se conciencien y me permitan recuperar sus restos y los de cuantos están en esa mina.

Por todo esto, también le digo al señor Gallardón, ministro de Justicia, que califica este acto de beatificación de justicia y reconciliación que, nuestros asesinados también son mártires de una barbarie sin justificación y merecen ser reconocidos y enterrados como toda persona y no permanezcan más en minas, barrancos y cunetas.

Que nuestros sentimientos no prescriben y toda bonificación que en su día dieron a viudas jamás estará compensada porque la vida de nuestros asesinados no tiene precio. Por tanto, señor ministro, ¡justicia! Para que podamos practicar la obra de misericordia de enterrar a nuestros muertos.