DOCTRINA PAROT

Ojo por ojo, dientepor diente

G. Guerra

Cáceres

Atentar contra la vida de alguien es un hecho censurable sin opción a réplica alguna. Eso es algo que no se puede poner en entredicho. En esta tesitura, el país ondea su grito en el cielo tras la derogación por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo de la doctrina Parot, resultado del recurso aprobado en una sentencia del Tribunal Supremo en 2006 y recurrida pendiente de resolución hasta ayer.

Según la autoridad judicial, vulneraba los artículos 5.1 y 7 de la Convención Europea de Derechos Humanos, el derecho a la libertad y el impedimento del carácter retroactivo de cualquier norma, es decir, la aplicación de una ley de reciente aprobación a sentencias pasadas, respectivamente. Pero eso a un ciudadano de a pie le da igual. Y a una familia. Y a una víctima. Lo que lleva a pensar que lo que realmente le importa a la gente es la consecuencia. Ojo por ojo, diente por diente. ¿Desde cuándo el fin justifica los medios en una sociedad que se jacta de su desarrollo? ¿Se ajustaba la doctrina Parot a la legalidad en el momento de su aplicación? ¿O fue camuflada como un instrumento fruto de una política antiterrorista desmembrada y construida a base de parches zurcidos a destajo?

Porque una nación civilizada debe fundamentarse en unas bases firmes y sólidas en sus veredictos, no en costuras y remiendos apresurados. Que la justicia merece ser eso por propia definición. Justicia, no venganza.

EL JUICIO

Sospechosa Cospedal

Josefa Ortega Oliar

Madrid

Suelen ser los más culpables los que más gritan que son inocentes; y da la casualidad que Cospedal fue la primera que denunció a Bárcenas por dañar su honor. También suelen ser los culpables quienes intentan desviar las sospechas sobre los demás; y Cospedal fue quien dijo "que cada palo aguante su vela" y, ante el tribunal, que "no sabe" si delinquieron sus compañeros del Partido Popular.

Es inverosímil que Bárcenas, que tuvo en su mano al partido chantajeando con sus sobres a sus dirigentes, no lo intentara con ella; y si lo intentó y lo rechazó, debiera haberlo denunciado. La misma Cospedal confesó sin querer la verdad en el careo, cuando, a la acusación de Bárcenas, respondió que "todo es falso, y además no puede probarlo". Al escapársele un "además" en lugar de un "por lo tanto" reconoció inconscientemente lo que intentaba negar.

El contexto tampoco favorece a Cospedal, dada la reprobable conducta que ha tenido con el dinero ajeno, en favor propio --como prueba monumentalmente su misma mansión-- y de sus seguidores. En fin, que esta señora Cospedal resulta cada vez más sospechosa tras su pretendida defensa ante el tribunal; en el mismo PP hay división de opiniones al respecto, entre los que la califican de política suicida o de mero tiro en el pie.