WJw osé Antonio Monago, el previsiblemente nuevo presidente de la Junta de Extremadura a partir del próximo viernes, tomará posesión en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, un acto para el que se espera la presencia del presidente de su partido, Mariano Rajoy, de personalidades del mismo con cargos institucionales --la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre; la de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, el de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón...-- y otras 700 personas más.

No cabe duda de que para Monago y para su partido esta toma de posesión es un acontecimiento histórico. Muchos extremeños también pueden considerarlo así puesto que nunca antes un candidato del PP había sido presidente de Extremadura. Pero el hecho de que sea tan importante no está reñido con la moderación en las formas ni con la contención en la puesta en escena, un valor que la mayoría de los ciudadanos aprecian y relacionan con la austeridad; tampoco desmerece la significación del hecho porque se haga en un entorno institucional: igual de relevante sería esa toma de posesión si se celebrara en la Presidencia o en el patio de la Asamblea, ambos sitios emblemáticos desde el punto de vista de la soberanía popular y que fueron elegidos por Rodríguez Ibarra y Fernández Vara para sus tomas de posesión. Desde ese punto de vista, el acto con el que prevé estrenarse Monago es una exageración y, aunque desde el PP se enfatice que no supondrá un gasto mayor que el que se incurriría de celebrarse en otro lugar, un mensaje contrario al de la discreción, que es el propio de los tiempos que corren.