TMtucho antes de que las tierras y comarcas que forman hoy nuestra Comunidad Autónoma se conociesen con este nombre de Extremadura, habían sido designadas en distintas épocas históricas y bajo distintos dominios políticos como la "Beturia Túrdula" --en el Neolítico y la Edad del Bronce--; la "Hispania Ulterior" o "Provincia de Lusitania" --junto con el actual Portugal-- bajo el Imperio Romano; "Al Garb -al-Andalus" o "Al Tagr al Ashn " bajo el dominio musulmán --durante casi seiscientos años-- y la "Trasierra" o la "Extremadura Leonesa", durante la larga Edad Media cristiana.

Todos estos apelativos geográficos han dejado "huellas" en la toponimia territorial, como "signos" o "hitos" de nuestro pasado, lo mismo que los castillos, construcciones, ruinas y monumentos que forman hoy el Patrimonio Cultural de Extremadura. La bellísima herencia que nos identifica y llena de orgullo, ya que representa el grado de riqueza, perfección y nivel cultural de nuestros ancestros en las épocas pretéritas.

Aquí, en la Toponimia, hay un crecido depósito de signos identitarios que nos proponemos explicar y comentar a lo largo de estos programas. Signos lingüísticos --los topónimos-- que nos sitúan a todos en el espacio y en el tiempo; pues todos fueron surgiendo en lugares definidos y en épocas determinadas por datos geográficos o históricos. Por simples "topos" o lugares; que podían ser montañas --"orónimos"--; ríos --hidrónimos"--; o sitios habitados --"corónimos"--; cuando no escenarios de hechos o acontecimientos del pasado que quedaron fijados e inscritos en el terreno.

Así pues, los topónimos nos pueden ayudar a interpretar y conocer nuestra Geografía Regional y nuestra Historia con mayor precisión que los viejos manuales y cronicones, de los cuales siempre nos fiamos como si fueran las fuentes verdaderas y auténticas, pero que están llenos de errores e inexactitudes; sobre todo cuando no se sabe traducir bien el nombre de cada lugar.

XA LA TOPONIMIAx hay que añadir el estudio de las variedades dialectales de cada comarca --también muy numerosas en nuestra región-- pues siendo zona de frontera, hubo de asimilar palabras, giros y expresiones de gentes muy variadas, a una y otra parte de "La Raya". Y en esta asimilación se incluyeron frecuentemente formas culturales, costumbres gastronómicas, creencias religiosas y manifestaciones artísticas que dejaron todo un poso de influencias etnográficas que siguen formando en nuestros días el cimiento de "lo extremeño".

Poner nombre a un lugar que se descubre de nuevo, es como tomar posesión de él y convertirlo en un hito para seguir el avance de nuestro dominio. Lo mismo que los extremeños que llegaron al Nuevo Mundo fueron poniendo nombres castellanos y extremeños a los extraños lugares que iban conquistando y dominando; así, los pueblos primitivos que fueron poblando nuestra geografía la fueron llenando de topónimos, hidrónimos, orónimos y corónimos --muchos de los cuales aún se conservan-- para asentar su propiedad y marcar los puntos de referencia que permitieran conocer los distintos itinerarios.

Gracias a estas referencias y a estos itinerarios hoy podemos establecer las etapas de la historia de Extremadura; recrear los viejos mapas etnográficos y culturales e, incluso, evocar acontecimientos difusos, que quedaron poco o mal reflejados en los "cronicones" de aquella época. De los dominios territoriales prerromanos-- que debieron ser débiles y de escasa duración-- apenas quedan huellas en la toponimia actual; aunque sí muestras muy significativas, ricas y dispersas, en distintos puntos de la región. Roma sí que sembró a toda la Lusitania de bellos nombres que aún conservamos junto a las joyas monumentales que se asociaron a ellos. Ya existen estudios bien fundamentados de la "Toponimia Romana en Extremadura", de sus ciudades, de sus itinerarios, de sus calzadas y templos.

Posiblemente, los musulmanes fueron los dominadores de mayor profundidad y permanencia después de los romanos. Por eso la toponimia árabe es también la más persistente y numerosa. La Reconquista cristiana no varió apenas los nombres latinos y arábigos, añadiendo solamente aquellos que correspondían a las repoblaciones de ciertos lugares deshabitados, para lo que usaron un lenguaje latino muy degradado, al que podemos llamar "mozárabe", con el que denominaron a muchos pueblos.

Asentadas ya comarcas y poblaciones, marcadas las fronteras y establecidos los hitos del mapa; la Toponimia ya solo sirve para controlar, administrar e imponer gobiernos sobre cada unidad territorial.