TLta muerte de dos funcionarias de la Junta en la carretera lleva a la reflexión sobre la conveniencia o no de tener en carretera diariamente a buena parte de sus trabajadores. Las carreteras son peligrosas: viajar, por ejemplo, de Mérida a Cáceres a las tres de la tarde, es posiblemente un riesgo grave: al cansancio tras el trabajo hay que sumar la carretera parcheada, los camiones, las máquinas segadoras, la incapacidad viaria para soportar el número de vehículos que en ese tramo horario coinciden. El riesgo aumentará si se suma el desgaste físico y psíquico, la ineficacia laboral y el deterioro progresivo del trabajador. Un experto en recursos humanos haría una distribución más racional del trabajo y su ubicación, y hasta decidiría que Cáceres y Badajoz debieran ser nuevamente rehabilitadas administrativamente.

Ese funcionariado portátil se siente indefenso ante la decisión política de no urgir la finalización de la autovía, débil ante el estado de las carreteras y el transporte, olvidado ante una legislación obsoleta y humillado ante la diferencia de sueldos y prestaciones sociales que otros funcionarios perciben. Convendría recordar a la Junta que ellos, como quienes perdieron su vida por un trabajo, son su mejor activo.

*Licenciado en Filología