Leit motiv universal del hombre y la mujer, tras el castigo bíblico: "Comerás el pan con el sudor de tu frente". Lo que sería su más acuciante imperativo, bien obligados a la servidumbre del trabajo o gozando de él, si éste era elegido y no forzado... Siempre se le dedicaron altos panegíricos, como en la fábula de Samaniego : La cigarra y la hormiga, y siempre se exaltó el rumor laboral del "yunques sonad, y enmudeced campanas", que dijo el poeta; luego Machado añadiría este consejo: "Despacito y buena letra: el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas". Picasso lo significaba: "Cuando venga la inspiración que me coja trabajando". Y anotaron los financieros este aserto: Es el único capital no sujeto a quiebras. Y en el mundo rural, nunca faltaron "trigales verdes/y mulas pardas en las sementeras/ y labriegos que siembran los tardíos...". El trabajo sería, pues, el viento que movería las aspas de los molinos de una Mancha planetaria.

Hoy el trabajo es el patrón-oro de un país, y su tasa de empleo mide su poder económico y empuje social, que evitan el lacerante paro obrero, cuya lacra tanto debilita a las sociedades, donde millones de jóvenes buscan con ansiedad su acomodo en el mercado laboral. Pues la vida sin trabajo es un buque sin lastre, donde surgen revoluciones, crisis brutales, huelgas salvajes y cambios políticos que hacen caer los gobiernos. Aunque, en pasados siglos, el trabajo manual sería una verdadera deshonra para los hidalgos españoles. Pero ha sido el gran motor de las migraciones históricas, hizo su gran revolución en 1917, bajo un logotipo e himno emblemáticos, de proyección mundial, mientras que la Iglesia publicaba sus encíclicas sociales. Todo ello provocaría un sector de libre mercado, a la vera de países de economías planificadas, hasta que fueron transformadas en mixtas, con algunas excepciones. Aunque sin olvidar el histórico crac del 29, con su devastadora caída del mercado de valores.

Todo se cuartea y debilita, si falta el horno del trabajo, que es, a su vez, el oxígeno que respiran las sociedades. Por eso Henry Ford afirmaba: "Nunca fracasó un trabajador infatigable". No obstante, genera contratos-basura con salarios bajísimos, corre el dinero negro, abundan míseros empleos y tiene que trabajar, en puestos ínfimos, gente muy cualificada. Aunque está, también, el trabajo vocacional, vigoroso baluarte de bienestar contra la pobreza que tantos sufren, todavía.