Un día, si llego a una edad avanzada, tendré que comparecer ante el tribunal de un centro público geriátrico o psicogeriátrico, porque para uno privado mi pensión no va a dar. Me da pánico saber que los profesionales que me atenderán no me van a tratar como merezco, aunque siempre habrá excepciones y gente que cree en lo que es y en lo que hace. Espero y deseo que, algún día, los que tienen responsabilidad en la dirección de estos centros y quienes están en un rango superior en la Administración se den cuenta de que no es suficiente aprobar un examen para trabajar con personas mayores y dependientes. Hace falta mucho más que un título académico o un aprobado en una oposición para humanizar el mundo de los mayores. No es de recibo que quien no tiene la competencia profesional suficiente y, sobre todo, emocional y relacional, también ética, trabaje, por ejemplo, en un psicogeriátrico , porque no todo el mundo vale para algunos trabajos. No me refiero sólo a médicos y enfermeras, porque, ¿qué pasa con las auxiliares que son las que más y mejor conocen a los mayores? Hay demasiado personal quemado en estos gremios y nadie hace nada. Creo que es razonable y justo que, una vez superado el examen de una oposición y antes de tomar posesión de una plaza que es para toda la vida , se examine también la calidad y la calidez humana de los que van a cuidar a nuestros mayores, su motivación, su actitud empática, etcétera. No basta la buena voluntad, algo habría que hacer al respecto y no me digan que es algo subjetivo, cuando lo objetivo es que nuestros mayores merecen algo mejor. No me hablen de formación y de cursos, porque no es suficiente una vez que la única motivación que existe es mantener el puesto y cumplir con unos mínimos que ni siquiera se evalúan, aunque los números siempre cuadren y los políticos sigan haciendo lo menos posible.

J. Galán **

Cáceres