Recientemente más de 160 países han firmado en la ONU un acuerdo para luchar contra el calentamiento global. Este acuerdo demuestra que en una sociedad avanzada el bien común pide a veces a sus ciudadanos pequeños sacrificios personales. Sin embargo, en Cáceres esto no ocurre así. Nuestros universitarios que son jóvenes, sanos, solidarios y profundamente defensores de la naturaleza no están por esa labor. De un tiempo a esta parte el número de universitarios que se desplazan en coche para ir al campus aumenta año tras año. ¿Conocen algún universitario que vaya a su centro andando? Pocos y ¿en bicicleta? Escasos. ¿Acaso en transporte público? Cada vez menos. Sin embargo, si les preguntásemos si creen en el cambio climático, mayoritariamente dirían que sí. Además estoy seguro que culparían al coche como el causante del desastre medioambiental. Resulta curioso que el colectivo que más cree a pie juntillas en el cambio climático contribuya con su actitud derrochadora a emitir miles de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Por otra parte, algunos utilizan coches de más de 10 años que contaminan más. Todo esto me hace pensar en la hipocresía de estos ciudadanos que paradójicamente están estudiando para perfeccionarse como personas. Cáceres agradecería que sus universitarios dieran ejemplo evitando utilizar el coche para trayectos cortos. Personalmente, les invitaría que usaran un medio más sano, ecológico, público, progresista... acorde a su mentalidad. Su sacrificio haría de Cáceres una ciudad más habitable, sin tanto atasco y por cierto, el planeta también se lo agradecería.