WDwerribado por una hemorragia cerebral masiva, la desaparición política del primer ministro israelí, Ariel Sharon , causa incertidumbre e inquietud en Israel y todo Oriente Próximo. Los poderes han sido entregados al viceprimer ministro, Ehud Olmert , el más estrecho aliado del controvertido general Sharon, que había abandonado su partido (el Likud) para crear una heterogénea coalición, Kadima, a la que los sondeos atribuían el triunfo en las elecciones del 29 de marzo. Todas las predicciones quedan invalidadas. Ni siquiera es posible saber si Kadima sobrevivirá al trágico mutis de su fundador. Sharon deja un legado tan ambiguo como dispar ha sido la reacción de los palestinos por su suerte. La Hoja de ruta, el último plan de paz bendecido internacionalmente, está arrinconada por las decisiones unilaterales de un primer ministro que militarizó a la sociedad israelí hasta extremos sin precedentes y actuó como aliado y mentor de la política de Bush en Irak y todo Oriente Próximo. La creación de un Estado palestino viable, teóricamente preconizada por EEUU y la Unión Europea, sigue en el limbo de las buenas intenciones, mientras avanza, implacable, la construcción del muro que se alza como anticipo del apartheid palestino.