XExrase una vez, porque así empiezan todos los cuentos, un emperador que se dejó engañar por unos tejedores, que resultaron ser muy astutos y que bordaron de la nada un traje invisible. Todo el pueblo alabó el vacío, hasta que un niño, que no tenía nada que perder, se atrevió a decir que el emperador iba desnudo.

Erase una vez, pero esta vez no es un cuento, un informe que sitúa a los alumnos españoles debajo de la media de los países de la OCDE en lectura, matemáticas y ciencia. O de otra forma, no entienden lo que leen, no hacen cuentas, como se decía antes, y no razonan. No es mal equipaje para el mundo que se nos viene encima.

Todos somos culpables de este fracaso. Profesores, padres, alumnos y administraciones varias. Culpables todos. Responsables, algunos, sólo aquellos que teniendo el poder, es decir, la posibilidad de intentar arreglar las cosas, no ofrecen soluciones. Como en Finlandia, cuyos alumnos sí saben leer y hacer cuentas. Claro que su ministra de educación habla de soluciones tangibles: igualdad, profesorado, participación, servicios básicos y dinero.

Aquí, las reformas educativas (¿cuántas van ya?) se van tejiendo a manos de técnicos, alejados hace años de las aulas, y en Extremadura, además, las vestimos con el ropaje de las nuevas tecnologías, confundiendo una herramienta muy necesaria, eso sí, con su finalidad, que es educar, mucho más necesaria todavía. Pero nadie se atreve a decir que así la educación, para nuestra desgracia, sigue desnuda.

Todos vivimos en este cuento. Solo que no hay soluciones mágicas. Desde luego, el fracaso escolar no se elimina solo con ordenadores. No pasa nada por decir eso. No somos más o menos modernos por no ver el traje nuevo que no existe.

Quizá la única fórmula mágica sea la de Finlandia, igualdad, participación, profesorado, servicios y dinero. Luego vendrán los adornos. Abriguemos primero contra el frío.

Y formemos alumnos que lean y hagan cuentas, que sean críticos, alumnos que se atrevan a decir en cualquier momento de su vida que el emperador va desnudo.

Claro que antes tendrán que haber leído el cuento, y entenderlo, y no aburrirse, y no estar tan ocupados deletreando que no sean capaces de decir qué han leído.

Y eso es solo tarea nuestra. De todos.

Y no hay internet que valga.

*Profesora y escritora