Escritor y diputadodel PSOE

Imaginemos un país, A, adalid del libre mercado que exporta trigo en grandes cantidades, pero obliga a sus clientes a comprarle dos toneladas de trigo en mal estado por cada una de ese cereal que les vende de buena calidad.

Los habitantes de A también consumen trigo de procedencia extranjera, pero sólo de primera calidad; además, A obliga a que ese trigo se venda a granel.

En tales condiciones, diríamos que A hace trampas, que su libre competencia es sólo de boquilla.

Es lo que hace Estados Unidos con el cine: obliga a comprar su buen cine junto a gran cantidad de morralla, mientras que el cine extranjero que importa sólo puede exhibirse allí sin doblaje, es decir, en versión original. Eso sí, todas las películas norteamericanas se exhiben en España dobladas.