El nombramiento de Pietro Parolin como secretario de Estado, responsable de los asuntos internos y externos del Vaticano, marca el camino que el papa Francisco quiere dar a su pontificado. El nuevo primer ministro es un diplomático, quizá el mejor que tiene el Vaticano y domina perfectamente la escena internacional. También conoce los recovecos de la Santa Sede. Sin embargo, no se ha movido en la órbita de su antecesor, Tarcisio Bertone , ni se le asocia con sus torpezas: más bien fue una víctima de aquel sistema intrigante que sustituía la profesionalidad por la lealtad al anterior Papa. Con 58 años, Parolin es joven para los patrones vaticanos, y además es italiano. Junto al nombramiento, el Papa ha confirmado en sus puestos a los altos cargos de la Secretaría de Estado. Con estas claves puede decirse que Francisco da continuidad funcional al organismo, pero desde la recuperación del gran acervo vaticano que es su diplomacia.