La instalación de un nuevo transformador se realiza para solucionar un viejo problema de suministro en la zona de más tiendas y negocios de Azuaga. En eso estamos todos de acuerdo.

En lo que no estamos der acuerdo es el lugar de ubicación que ya irremediablemente parece que va a ser colocado por los siglos de los siglos. Nada menos que en la plaza del Cristo, en el corazón del pueblo, allí que por las tardes se congregan gran cantidad de personas y entre ellas muchas madres con sus niños por donde corretean hasta ahora con tranquilidad y sin peligro. Es cierto que irá subterráneo, pero son algunos los que han ardido y concretamente el último el pasado marzo.

Sabe el alcalde, Julio, que no tomaré bandera por diferentes partidos políticos. El bien me conoce.

También sabe el párroco, Gonzalo, que no tomo decisiones aunque se proclamen desde un púlpito --como mal dice el alcalde-- si antes no las he meditado.

En un estado democrático, cada cual puede expresar su opinión. No quiero pasar por alto la baja colaboración del pueblo, que con más de ocho mil habitantes, los cuales muchos protestan a las espaldas, sólo damos la cara como siempre, unos cuantos. Y como siempre seguimos siendo tan reumáticos y estáticos, autonómicos y abúlicos, y tan perdedores, los únicos. Es cierto que tenemos lo que merecemos.

Un día, el párroco actual y el alcalde se marcharán, y ahí quedará para siempre el dichoso transformador, como una cicatriz en el rostro.

¡Pero si va subterráneo! Claro que sí. Pero en el sitio menos indicado.

José Gordón Márquez **

Azuaga