Quiero decir algunas cosas sobre la Transición política, tras leer, en este periódico, hace poco, el artículo de Carlos Carnicero ,"Enfermos de pasado". Aplaudí sus críticas a las reticencias de ciertos sectores sobre dicha Transición, que fue puente eficacísimo para pasar, desde la orilla del franquismo, hacia las praderas de la democracia. Refutaba el periodista a cuantos proclamaban que la "ley de amnistía fue nefasta" y "detestable la Transición española". Al hilo de esto, consideraba yo que estaba en lo cierto, ya que, mediante un simple análisis de lo acontecido en aquellos años,se podía constatar su decisiva trascendencia, al lograrse no sólo conquistas para el país, sino que éste hizo gala de sus virtudes raciales, superando serios obstáculos políticos ante tal empeño. Pues no era fácil salir del poderoso ´establishment´ franquista que, amurallado en sólidas fortificaciones institucionales, con su "atado y bien atado" impedían su derrumbe, poniendo un velo de acero al aire de la libertad. Pero, contra viento y marea, la transición triunfó con la entrega de todos, evitando cerriles dogmatismos excluyentes. Y es que se había extendido como una mancha de aceite por toda la piel de toro hispana una sólida madurez política, que daba así un mentís rotundo a la creencia de Franco sobre la incapacidad de los españoles para vivir en democracia. Mantuvieron, pues, la cabeza fría ante la incógnita del futuro, mas esperanzados en su deseo de ir hacia delante, abandonando el lastre dramático de las dos Españas, que dejaría demasiados jirones de sangre y tragedia.

No obstante, todo se superó con tenacidad y coraje. Aunque la democracia, según Joaquín Bardavío , no cayó como una fruta madura, del cultivado árbol de las libertades, sino que tuvimos que luchar por ella con entusiasmo, razón e inteligencia. Se conseguía, así, una transición, de la dictadura a la democracia, que fue asombro del mundo. Martín Villa escribió: "La Transición fue como una obra de teatro, en la que el Rey había sido el empresario, Fernández Miranda el autor, y Suárez el actor protagonista".Es cierto que hubo pasos atrás, con Carlos Arias , junto a serios conflictos y terrorismo, con momentos de especial dificultad al legalizarse el PC; aunque, para Preston , el "devenir histórico del PC resultó clave en la consecución de la democracia".Transición, consolidada, cuando gobernó el PSOE, con Felipe González , a quien "se debe, sustancialmente, el establecimiento de la democracia pluralista"(Anson dixit).Se dejaba atrás el pasado, como pedía Victoria Kent , en su regreso a España,y, transcurridos los años, a Fernández Miranda no le ataba, cortando el nudo gordiano de las pasadas leyes, lo que tranquilizó al monarca, que pudo sentirse perjuro.

Logramos, por tanto, grandes espacios de democracia. Conseguido el desguace franquista, las Cortes aprobaban la Ley de la Reforma Política, en 1976, irrumpiendo las libertades del pueblo, a la vez que Adolfo Suárez concedía amplia amnistía que, según Tamames , fue lograda "en las manifestaciones, en las convocatorias, ante la cárcel de Carabanchel y en otros movimientos populares".Al final, el Rey sería ya de todos los españoles. Hasta que empezaron las reticencias sobre la Transición, más allá de la puesta en vigor de la Memoria Histórica, que completaba lo establecido en aquélla, a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la contienda y la Dictadura, incluyendo el reconocimiento de todas las víctimas de dicha guerra y la apertura de fosas comunes. Reticencias que, últimamente, han tomado la forma de movilizaciones en apoyo a Garzón , a la vez que pedían revisar la guerra y el franquismo, sin sacralizar la Transición. En estas estamos, cuando otros muchos piden que no se malogre ese "icono histórico" que con tanta ilusión se construyó.