El índice de negativas familiares a la donación es del 16% en Extremadura, es decir, una de cada seis familias a las que se les pide que donen los órganos de un familiar fallecido para que se puedan trasplantar a otras personas se niega a hacerlo. Según la coordinara regional de trasplantes, Julia del Viejo, ese porcentaje es similar a la media nacional. En realidad es cambiante porque lo que reflejan las estadísticas es un periodo determinado. Lo importante es la tendencia de los últimos años, la cual indica que progresivamente han ido bajando en Extremadura las negativas a donar.

El índice de negativas es el que con mayor precisión toma la temperatura a la donación de órganos. Mucho más que el número de donaciones, que depende de los potenciales donantes, que son cada vez menos porque han descendido las víctimas de accidentes de tráfico. Un buen año de donaciones será aquel que no se pierda ninguna de las posibles, aunque el número de las posibles sea la mitad que el anterior. Por eso, el éxito del programa de donación de órganos depende tanto de factores sociales y educativos (los que inclinan la balanza hacia la donación o hacia la negativa a la donación) como médicos; depende tanto de los ciudadanos como del sistema sanitario. Los esfuerzos, por tanto, habrá que intensificarlos en la divulgación y en convencer a los que se resisten para que entiendan que donar es el mejor consuelo a la pérdida de un ser querido, porque la donación pone al alcance de cualquier familia la posibilidad de hacer un milagro.