Las empresas deberían reflexionar sobre sus procesos de selección. Las entrevistas de trabajo son una vía más de transmisión de su identidad corporativa, lo que repercute directamente en su reputación. Son armas de doble filo que pueden convertirse en oportunidad o amenaza, dependiendo de sus buenas o malas prácticas.

Durante meses de búsqueda intensiva de empleo he tenido la oportunidad de acumular demasiadas experiencias en las que la educación, empatía y equidad de el otro lado han brillado por su ausencia. En muchos casos las empresas se posicionan por encima del candidato, olvidando que estamos ante una transacción win-win.

Selecciones interminables en las que acabas quedando finalista junto con otro candidato y de las que te enteras que no has sido elegido por omisión; pruebas abusivas (hasta planes de marketing) que te tienen más de una semana ocupado sin la certeza de que lo que has hecho no vaya a ser utilizado en la realidad pero sin ti; otras que se cierran sin avisar y que vuelven a abrirse en la misma plataforma semanas después en formato becario ; algunas en las que te dicen a la cara que, aunque el horario oficial es tal , todo el mundo se queda 2 horas más y eso justamente esperan de ti también- Me pregunto qué pasaría si dijera yo en una entrevista que, aunque firme que voy a hacer 40 horas semanales, en la realidad serán sólo 30, dado que trabajaré 2 menos al día, lo que espero que comprendan.

Si el dispensar un trato digno a las personas interesadas en trabajar en sus compañías no les resulta suficientemente motivador deberían pensar que, en esta Era 2.0, un par de comentarios en la red de candidatos indignados puede generarles una crisis de marca en menos que canta un gallo. Mientras en el departamento de Marketing se pueden estar gastando millones en campañas publicitarias para mejorar su imagen, en el de RRHH los pueden estar tirando simultáneamente a la basura.

Para bien o para mal, todo comunica.

M Eva García Fernández **

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