Ingeniero

En política abundan los errores y desgraciadamente también se dan los horrores. El asunto de Carod y su triste colofón de la tregua de ETA para Cataluña empieza a pasar de ser un error y comienza a ser un horror. Que ETA horrorice a nadie puede extrañarnos, es lo suyo, pero que lo haga Esquerra Republicana de Cataluña, por muy independentista y soberanista que sea, francamente sí sorprende. Y del error al horror pasarán si se empecinan en mantener a Carod en puestos de relevancia política.

Tampoco puede llamarse a andana el presidente Maragall, ni en su condición de socialista ni en su condición de presidente, y moralmente en las circunstancias actuales resulta muy difícil de explicar, al menos fuera de Cataluña, el mantenimiento del tripartito. Son cualificadas y relevantes las voces del PSOE que se han alzado en este sentido, y una vez mas, la mayoría de los ciudadanos sintoniza con aquéllos que piden respuestas enérgicas, tales como las propuestas por el extremeño Ibarra. El cese de los consejeros de Esquerra, por él pedido, conllevaría la ruptura del tripartito, dando al traste con las esperanzas de Maragall de gobernar Cataluña. Es mucho sin duda lo que se le pide, pero aún es más lo que el socialismo se juega. Y serían muchos los españoles que se sentirían defraudados si Maragall aborda esta crisis en claves predominantemente catalanas, porque estamos ante una crisis que afecta a toda España.

La situación de Zapatero, que ya de por sí era difícil, empieza a tornarse casi imposible. Hombre consciente y sincero, se ve obligado a afrontar simultáneamente dos grandes responsabilidades, una bronca campaña electoral por un lado y mantener la unidad del partido por otro.

Por otro lado, que ETA haya votado por la derecha no nos puede sorprender a nadie, lleva haciéndolo en todas las campañas electorales, unas veces asesinando y otras con treguas ignominiosas. Son asesinos a secas, sin duda y sin paliativo alguno, pero no son tontos y cuando votan por la derecha es porque suponen que ésta les crea un marco más favorable a sus pretensiones secesionista. Y de esto de matar y dividir sí son especialistas. Repugna que esta gente haya entrado en campaña electoral, pero una vez que han entrado, tanto el sentimiento como la razón debieran conducirnos a no votar aquella opción que ellos desean que gane.

En la descarnada tesitura de una campaña electoral se producen lógicamente errores, a veces horrores no previstos, como el actualmente acontecido. Sería penoso para España y los españoles, y se descalificaría mucho quien lo hiciere, si además se cometen villanías. Y una villanía, por ejemplo, es que me surja un incendio en una habitación de mi casa y al socaire del revuelo mi vecino entre en ella y me la saquee.

No convirtamos una campaña electoral, tiempo en que cada partido debe exponer lo mejor de sí mismo, en un período sórdido en que se ejecutan las peores artes con tal de conseguir el poder. Esta malvada tregua la repudiamos todos los demócratas, incluso aquéllos que no se sienten españoles. Instrumentalizarla para convertirla en baza política es algo más que una bajeza. El PP defraudaría mucho a propios y extraños, si en un quiebro ético monumental aceptase como un regalo de bodas la tarta que ETA le ha enviado, máxime cuando aún no esta cicatrizada la fisura moral que el turbio asunto de Madrid produjo, en donde se estuvo muy lejos de los niveles éticos deseados. Si ahora en una materia aún más delicada, en aguas mucho mas turbias y revueltas, se intentase pescar, se consumaría una villanía.