Tras 33 meses de violencia ininterrumpida, la tregua de la Intifada acordada por los grupos extremistas es un éxito del primer ministro palestino, Abu Mazen. El acuerdo de El Cairo responde a las prisas del Gobierno de Bush que, a ocho meses de que comience la campaña electoral para las presidenciales, intenta asegurar la puesta en marcha de la Hoja de ruta, que copatrocinan también la ONU, la UE y Rusia.

Si se cumple la moratoria de tres meses en los atentados, habrá después, según los planes norteamericanos, un acuerdo de seguridad entre Israel y Palestina que permitirá a Abu Mazen recuperar el control de la franja de Gaza y Belén para reanudar el proceso de paz. Diez años después de los acuerdos de Oslo, sobre la premisa de paz por territorios, los palestinos abrigan pocas esperanzas de una solución justa, pero quizá mitigarán los sufrimientos y quebrarán la dinámica de violencia y represión que sólo sirvió de pretexto para las atrocidades del Ejército israelí y para el retroceso de la democracia en Israel. Queda por saber si Sharon y Bush --ayer se mostró escéptico-- cumplirán con el pacto y, sobre todo, si la opinión israelí recuperará algunos valores perdidos en el torbellino del terrorismo y la venganza.