Se acercan las Navidades, pero parece abril el nombre de este mes. Una no tiene nada en contra de abril, pero le gusta noviembre cuando toca. Espléndido, calificaba en el parte un meteorólogo el día, con un sol clavado en medio de la península como presagio funesto. Porque es este y no aquel el adjetivo para esta sequía que no cesa, en la que mañana tras mañana amanecen los campos más áridos y desérticos.

Y como nuestra tierra es fundamentalmente rural y el campo su patrimonio vital, la constancia de una España ennegrecida por la sed nos afecta a los extremeños de manera primordial.

Mientras, la vida sigue en nuestro mundo urbano. Y los problemas se mantienen. Con la cantinela de fondo del 21, D, día histórico entre los históricos en esta inagotable etapa en que casi todos lo son, los extremeños se lanzaron ayer a Madrid con una reivindicación que, esa sí, por singular, bien merece el apelativo.

Extremadura suele estar calladita, allá en su ancho territorio. Despoblada y tranquila. Resignada para muchos. No chista. Durante décadas proveedora de trabajadores laboriosos y conformistas para los demás. Conformista. Silenciosa. Y hoy quiere gritar e imponer su grito frente a la matraca injusta de los quejicas ruidosos y desleales que llevan décadas de rentables lágrimas de cocodrilo. Gritar que quiere un tren que no sea una vergüenza diaria porque aísla en vez de unir.

Mas, con ser muy importante este clamor, es solo una de las urgentes reivindicaciones que tiene esta tierra nuestra cuya escasa población y por tanto escasos votantes tan poco escuchada ha sido por todos y cada unos de los gobiernos centrales, sea cual sea su color.

Recientemente el Ministerio de Agricultura ha decidido que Extremadura no pueda sembrar más hectáreas de cava hasta 2020. Y precisamente en un momento en que la situación en Cataluña ha disparado las ventas de cava extremeño. No queda mucho más por escribir. Desigualdad e injusticia son los sustantivos adecuados para resumir esta noticia. El lunes acaba el plazo para las alegaciones. ¿Qué cree usted, amigo lector, que va a pasar?