Todos somos conscientes del aumento de cáncer entre la población. Sin embargo, y a pesar de esto, el servicio de Oncología de Mérida cuenta con solo tres profesionales desde hace años. Ellos deben ocuparse del tratamiento ambulatorio de quimioterapia, de visitas a planta y de pasar consulta.

Esta carga laboral hace que ni si quiera puedan cumplir con sus propias expectativas. "Vuelva en tres meses" le dijo el doctor a mi madre. Resultado de la citación: "Dentro de cuatro meses y medio. Imposible darle para antes". Gracias a Dios, ya nos toca ir dentro de una semana.

Pero hoy suena el teléfono:" "les llamo del servicio de Oncología, es para decirles que le anulo la cita de la semana que viene". --Yo: Muy bien señorita, y ¿para cuándo me la da? --Señorita: "no puedo darle cita, no sé para cuándo podemos atenderla. Ya le llamaremos". --Yo: "¿Cómo?" . --Señorita: "Sí. Es que uno de los doctores se ha marchado y quedando sólo dos no pueden pasar consulta a todos los pacientes". --Yo: "¿Qué?". --Señorita: "Ya la llamaremos".

No salgo de mi asombro. ¿Cómo puede ocurrir esto? Y en el servicio de Oncología, una atención deficiente puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Aparte de mi asombro siento vergüenza, vergüenza por el servicio de Salud que tenemos en Extremadura; vergüenza por lo mal que funciona; vergüenza porque no se cubre lo básico (que es la salud) mientras se invierte en infraestructuras menos necesarias. También siento pena de averiguar, que a pesar de lo que digan los políticos, nuestra comunidad autónoma está a la cola en bienestar y atención al ciudadano. A mí ya se me ha demostrado.

Nuria Aponte Fernández **

Mérida