Una de las revelaciones más escandalosas de la tremenda deposición de Luis Bárcenas el lunes ante el juez Pablo Ruz es la de los pagos recogidos en la contabilidad B del PP a los abogados --civiles, por supuesto-- que se ocuparon de la defensa de los militares imputados por el accidente del avión Yak-42, ocurrido el 25 de mayo del 2003. Según las anotaciones del extesorero, el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo , recibió en julio de ese año, es decir, solo unas semanas después del accidente en el que murieron 62 militares, 51.000 euros en efectivo, destinados a pagar a los letrados que intervinieron en el asunto.

El ahora embajador en Londres niega que recibiera esa suma, así como otros pagos (hasta 128.413 euros) como sobresueldo cuando dejó de ser presidente del Congreso de los Diputados para ser ministro, cargo peor remunerado. Sin embargo, no deja de resultar extraño que Bárcenas fabule sobre una cuestión tan colateral como esta. Hay que recordar el momento político en el que se produjo el accidente, la actuación chapucera y oscurantista del ministerio dirigido entonces por Trillo y el papel que luego jugó como estratega jurídico del partido ante los nuevos casos de corrupción. Es decir, Bárcenas tendrá que probar su acusación, pero a estas alturas de la película, su versión resulta verosímil.

Los familiares de los fallecidos en aquella tragedia han mostrado ya su indignación por este nuevo capítulo de una historia siniestra. Produce escalofríos pensar que un dirigente político al mando de un departamento tan importante pudiera recurrir a los fondos de reptiles del PP para salvar en los tribunales el pellejo propio y el de sus principales colaboradores uniformados en un asunto tan desgraciado.

El caso del Yak-42, como el del hundimiento del Prestige, han pasado a la historia como dos ejemplos de pésima gestión de crisis inesperadas. El Gobierno presidido por Aznar actuó en ambos casos con la soberbia que le proporcionaba la mayoría absoluta. Ahora sospechamos también que manejaron los asuntos con dinero salido de las cloacas.