TAtl presidente Zapatero se le ha visto en León muy mejorado de las desventuras de los meses anteriores, hasta el punto de que ha recuperado casi todo su aspecto físico saludable e incluso el sentido del humor. Es como si viese el inicio de un cambio de rumbo en el devenir económico y político. Conocía ya los resultados de la encuesta de Metroscopia que publicaba El País el domingo, que contiene un claro y evidente mensaje de que las cosas han comenzado a cambiar, que comienza el Gobierno a recuperar la confianza y que esos tres puntos en que se han acortado las distancias con el PP son el prólogo o el inicio de un cambio de tendencia en el electorado.

La encuesta muestra datos poco favorables para Rajoy y su Gobierno en todos los órdenes, aunque la distancia todavía es importante en cuanto a intención de voto. Los próximos meses pueden ser muy importantes, si no sustanciales, para el próximo rumbo de los acontecimientos, con la perspectiva de las elecciones catalanas este otoño y las municipales y autonómicas la próxima primavera.

Parece incluso que al fin Zapatero se ha percatado de la trascendencia de terminar con la desgana y la resignación de su partido en la Comunidad de Madrid. Yo he defendido que para las candidaturas a la comunidad y al ayuntamiento capitalino tenían que dejarse de tonterías, que ya han cometido bastantes en las dos últimas décadas. Ciertamente, Trinidad Jiménez puede ser una buena apuesta para el intento de desbancar a Esperanza Aguirre , y Lissavetzky para competir con Ruiz-Gallardón , aunque esta última empresa es mucho más difícil. Lo más importante es que se ha tomado la decisión, con permiso de las primarias, de dar a Madrid el lugar que merece en el ranking de las preocupaciones políticas y electorales del PSOE. Madrid es el pozo o es la salvación. Digo todo esto a pesar de que --como alguna vez expresé aquí-- los socialistas deberían recurrir a candidatos como Felipe González , por ejemplo, para el ayuntamiento de la capital, o a Rubalcaba para la comunidad. El esfuerzo merecería la pena.