En el inicio de la legislatura, cuando Vara optó por entenderse con Podemos y Ciudadanos para su investidura, el PP decía que se había fraguado en Extremadura lo que denominaba "el tripartito", que ellos eran la única oposición posible a la vista de que el presidente no les dejaba entrar en su selecto club de fuerzas recurrentes. Lo que son las cosas, pasados siete meses, es Podemos quien utiliza el mismo término, "el tripartito", para referirse al acuerdo alcanzado entre el PSOE, PP y Ciudadanos sobre los presupuestos para transmitir que Vara se ha aliado con dos fuerzas políticas antagónicas y que, a partir de ahora, son ellos la única oposición de verdad.

La estrategia es facilona, de andar por casa vamos, y resucita cierto cliché antiguo asumido antaño por Izquierda Unida, la de hacer ver que el PP y el PSOE son la misma cosa para resaltar por contra que quien lo dice es la izquierda auténtica. Sin embargo, la consigna no va demasiado lejos, entre otras cosas porque la escena transmite dosis de despecho que los ciudadanos captan a la primera. Como espejo de lo que ocurre estos días a nivel nacional con la investidura de Pedro Sánchez , Podemos ha tensado en demasía el cable de la negociación, tanto que finalmente ha acabado por romperse, sólo que en este caso el PSOE se ha ido con el PP.

La relación entre fuerzas ideológicas comunes resulta muy complicada. Todas pescan en el mismo caladero de votos y, en consecuencia, de lo que se trata es de fagocitar al contrario o, si no, al menos deteriorar sus posibilidades tachándolo de lo que sea: antiguo, casta o 'tripartito capaz de aliarse con la derecha' como es el caso. Es evidente que un Parlamento fragmentado invita a la negociación constantemente, pero cada cual debe saber que tiene margen de maniobra conforme a sus apoyos o escaños y ser consciente, a la vez, tanto de sus posibilidades como las de sus adversarios.

NO CREO que la legislatura fluya a partir de ahora por derroteros de entendimiento entre Vara y Monago . Han sido demasiados los desencuentros vividos en la legislatura anterior como para ahora fraguar una amistad duradera. Eso sí, ambos han entendido que tienen un enemigo común, Podemos, y que conviene apartar antes de acabar, en el caso del PSOE, con sus posibilidades de recuperar la mayoría absoluta, y en el caso del PP, con el bipartidismo y, por ende, la alternancia en el poder.

El estatus de gobierno y oposición es importante tenerlo claro y que los ciudadanos también lo entiendan. Por ello, este acuerdo de Presupuestos que, aunque los populares anden enredando con que sí o que no, saldrá adelante, no va a suponer el Bálsamo de Fierabrás que cure todas las heridas del pasado entre el PP y el PSOE, sino más bien un ten con ten que recupere la sintonía entre gobierno y oposición y saque adelante unas cuentas que interesan a todo el mundo.

¿Qué va a hacer Podemos? Cuando se le pase el ataque de cuernos, lo lógico es que trate de recuperar su posición. No le ha venido nada mal su desencuentro con el PSOE para demostrar que no son la muleta ni el salvavidas de ningún partido, pero no pueden perder el papel protagonista que les ha otorgado una legislatura con un gobierno socialista en minoría. Tensar el cable, embridar a un partido mayoritario y hacerle ceder hacia postulados comunes no es nada despreciable políticamente hablando, sobre todo cuando restan aún tres presupuestos que aprobar en este mandato, una eternidad políticamente hablando. Pasar a una oposición pura y dura les haría entrar en un derrotero que quizás fuera aplaudido por los sectores más beligerantes contra el PSOE, pero no entendido por la generalidad de los votantes.

Con 6 diputados y ocupando el papel de bisagra, un partido tiene herramientas más que suficientes para crecer. La virtud está en saber ponderar los tiempos, y obrar inteligentemente tanto para presionar como para, llegado el caso, también ceder.