WEw l momento que vive el deporte español es irrepetible. Nunca, como ahora, nuestro país había sido una potencia planetaria en deporte, y aunque siempre ha habido algún genio aislado que ha dado lustre a su disciplina --Severiano Ballesteros, Angel Nieto, Miguel Induráin...--, España siempre había sido un país que miraba de reojo y con admiración a las grandes selecciones de los deportes más seguidos por los ciudadanos. Ahora estamos asistiendo a una especie de época de Renacimiento en el deporte que está consiguiendo, como ninguna otra faceta de la vida social es capaz de conseguir, que 'la marca España' se conozca y sea apreciada en todo el mundo.

La última hazaña del deporte español ha sido el Europeo de baloncesto. Antes lo ha sido el Mundial y la Eurocopa en fútbol. Y antes que estos, de nuevo el baloncesto, con un título europeo y otro mundial. A ellos se le suman las inmensas figuras de Rafael Nadal y de Fernando Alonso, no solo los número 1 de sus disciplinas, sino deportistas que trascienden su época.

Con todo, la importancia de estos triunfos no están solo en la calidad de nuestros deportistas, sino en cómo los consiguen; en el 'mensaje' que transmiten, que es en todos los casos de compañerismo, de amistad, de respeto al contrario: los mejores valores del deporte. Son triunfos deportivos y también morales. La mejor imagen de España, el mejor reflejo de nuestra sociedad democrática.