TUtno. Dice el Diccionario de la Real Academia Española que desactualizado es un adjetivo que se utiliza en Argentina, Cuba y Uruguay para decir de una cosa que no es actual. Por lo que se ve, a Iberoamérica tuvo que irse Solbes el martes en el Senado para calificar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado. "Desactualizados", dijo Solbes. Las cuentas públicas se llaman así, pre-supuestos, porque siempre se hacen a priori, dando por supuesto que el precio del petróleo, el precio del dinero y todas las demás variables que influyen en ellas serán equis. Y, cada año, las variaciones que sufre esa equis obligan a hacer ajustes con la realidad. Imagínense ahora, con el ritmo que lleva la crisis: cualquier pre-supuesto está muerto antes de nacer. Pero con alguna herramienta presupuestaria habrá que trabajar, y con un criterio determinado, además. Eso lo entiende todo el mundo. ¿Por qué, entonces, el Gobierno insiste en volver a tropezar con las palabras? Dos. Que partidos en las antípodas ideológicas coincidan en políticas concretas en el Congreso debería ser motivo de alegría, prueba de madurez democrática. El problema es que aquí las discrepancias todavía se trasiegan mal. Convertimos rápidamente al adversario en enemigo. Y cualquier asunto lo elevamos a categoría de tal manera que parece que nos jugamos las esencias, el ser o no ser, en cada debate. El PP pide nada menos que romper un Gobierno autónomo --el catalán-- por las insólitas palabras del diputado en el Congreso Joan Tardà sobre los Borbones. Y solo un día después, vota en el Senado el veto a los presupuestos de ERC, en el que, para más inri, se critica la gestión de los populares cuando estaban en el Gobierno de España. Y que, además, no consigue el objetivo de tumbar las cuentas públicas. ¿Y qué palabra eligen los populares para definir su comportamiento? Coherencia. Tres. Si la crisis económica es de la profundidad y del alcance que se nos anuncia, más les vale a unos y a otros contratar a algún académico de la lengua. Porque el personal está para pocas bromas y con poco tiempo para acudir al diccionario.