En Nemo, la última novela de Gonzalo Hidalgo Bayal , llega a una pequeña ciudad un forastero que se empeña en guardar silencio, lo cual desata todo tipo de conjeturas sobre su identidad y sus propósitos. Lo mejor que le podría ocurrir al Partido Republicano es que su candidato siguiera tan sabio ejemplo (ya dice el proverbio chino que la palabra es plata, y el silencio, oro) y dejara durante un tiempo de hacer declaraciones. Si es posible, hasta después de los comicios. Este Donald ya se sabe que no tiene tanto en común con el pato homónimo pero sí con otro palmípedo de Disney , el tío Gilito , cuya característica definitoria es la de ser multimillonario. En un país donde, por encima de todas sus sectas, la verdadera religión es la del éxito económico, ese hecho basta para que muchos quieran darle su voto. Donald Trump es un político del tipo inaugurado por Silvio Berlusconi , que pretende hacer creer que quien dirige una empresa puede hacer lo mismo con un país, ocultando que la riqueza desmedida siempre se basa en el expolio y que el éxito de unos pocos es imposible sin el fracaso de muchos otros.

Los asesores de Trump intentan que cierre el pico, pero como dicen unos versos del cacereño Julio César Galán en su poemario El primer día, "no puedes dejar ya / de ser el que eres", y Trump , que no soporta a ningún Pepito Grillo, ha cambiado a su jefe de campaña para que le dejen seguir tocando las Trumpetas del Apocalipsis del que solo él puede salvar a EEUU. Hillary Clinton , mientras tanto, espera ganar no por méritos propios, sino por deméritos de Trump , sin tomar en cuenta lo que significa el auge de aquél entre los perdedores del sistema, quienes sufren el subempleo y creen que ese triunfador se traerá las fábricas a Estados Unidos de vuelta desde China: las reglas del libre comercio han de aplicarse solo cuando nos benefician y a nadie importa, por ejemplo, que las subvenciones millonarios al algodón de Luisiana hagan imposible que países como Mali o Senegal puedan vender el suyo, de excelente calidad. A los desesperados, Trump quiere hacerles creer que la culpa de su situación no la tienen empresaurios como él, sino los aun más desesperados inmigrantes mexicanos o los esclavos en las fábricas chinas. Frente a esa situación, la mejor opción para impedir una posible victoria del bocazas Trump sería la improbable asunción por Clinton de algunas propuestas de Bernie Sanders , su competidor en las primarias y cuyo programa político sí aportaba soluciones para los desfavorecidos, en lugar de buscar chivos expiatorios.