XExl rotundo no francés a la ratificación de la Constitución europea, el más que probable incremento del rechazo en el referéndum holandés, junto al distanciamiento progresivo del Reino Unido, unido a la babel idiomática y cultural, convierten al proyecto de supranacionalidad europeo en una meta nada fácil de alcanzar. Y lo que es peor, el largo camino andado con tantas dificultades, puede comenzar a recorrerse en sentido inverso.

La UE es un proyecto en el que nadie se atreve a fijarle sus fronteras territoriales y en el que se ha temido la concreción de las políticas, el largo recorrido del proyecto de Constitución europeo, que apenas llega a una carta de ciudadanía, así lo demuestran, rechazos como el francés.

Tanto Francia como Holanda, si se confirman las encuestas que dan un no abrumadoramente mayoritario a la Constitución europea, son países pertenecientes a eurolandia, lo que se suponía, y supone, el núcleo duro de cooperación reforzada de la UE, y por ello sorprende aún más lo significativo del rechazo. La letra menor del rechazo tiene distintas lecturas, que van desde la ausencia de la Europa social de un sector de la izquierda, a la exacerbación de la xenofobia y el nacionalismo de los sectores ultramontanos de la derecha. Lo malo de esta cuestión es que tanto, el euroescepticismo como el antieuropeismo militante van ganando posiciones.

Es más, entre nosotros que estamos a la cabeza del euro entusiasmo la aprobación de la Constitución europea no resultó lo brillante que cabría esperar, ya que el holgado si conseguido se obtuvo con una abstención altísima.

Entre los países de reciente incorporación a la UE, predominan sentimientos diferentes marcados por su reciente devenir histórico. Los países Bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, su modelo hubiese sido Noruega, que no pertenece a la UE, pero el recelo a Rusia les hace abrazar la causa de la UE, por otro lado, su relevancia política y económica es muy modesta.

Los húngaros, fuertemente nacionalistas, se incorporan a la UE con una ley que reconoce la nacionalidad húngara a todos los ciudadanos de la antigua gran Hungría, entre ellos dos millones de una región Rumana que hablan húngaro. Checos, húngaros y polacos, conservan un fuerte recelo respecto a los alemanes, que les lleva y les seguirá llevando, a una relación bilateral muy especial con Estados Unidos.

La debilidad económica de Alemania, debida a muchos factores, entre los que desde luego se encuentra la crisis de su reunificación, pero también otros de carácter estructural muy profundo, tales como una obsolescencia tecnológica, que le lleva a inventar de muy poco a nada.

Nosotros a la hora de la verdad, medimos también nuestra europeidad en términos estrictamente contables, si el saldo es muy positivo e ingresamos más de lo que pagamos, la UE es buena. Nunca pensamos que esto es así porque estamos peor que los otros, y si esto deja de ser así, bien porque nosotros mejoramos, bien porque entran otros con niveles más bajos que los nuestros, lo de la UE es ya otra cosa. Y lo dicho para fuera de casa, puede aplicarse igualmente dentro de ella.

Hay mucha literatura cándida o interesada, que canta las excelencias de la diversidad, si hay que hacer de la necesidad virtud, se hace, pero la verdad es que cuando es excesiva la gobernabilidad se hace muy compleja. La UE-27, es sin duda necesaria, pero no es menos cierto que la complejidad añadida es muy grande y la toma de decisiones lentas y difíciles. La cautela más elemental, aconseja digerir la actual ampliación antes de acometer otras nuevas, particularmente si se trata de países con tanta población y peso económico, como Ucrania y Turquía.

Los deseos son una cosa, las realidades otras, y los entusiasmos debemos acompasarlos siempre a las circunstancias.

*Ingeniero y director generalde Desarrollo Rural del MAPA