WLw a Unión Europea ha suavizado sus recomendaciones a España, especialmente en lo que se refiere a la subida del IVA y a la reducción de las cotizaciones sociales. Las recetas elaboradas por la Comisión eran especialmente inoportunas, sobre todo si se tiene en cuenta que España es un país con un sistema público de pensiones que se sustenta de las cotizaciones. Sorprendía que la Unión Europea diera ese consejo cuando en otras ocasiones se había mostrado preocupada por el futuro de nuestras pensiones. Se trata de una contradicción que no dice mucho a favor del rigor de los análisis de los técnicos de Bruselas, sobre los que recae la responsabilidad de trazar la hoja de ruta para salir de la crisis de manera coordinada.

En los consejos que han sobrevivido a la presión del Gobierno español se mantiene, no obstante, la sugerencia de incrementar la presión fiscal sobre el consumo y reducir la que afecta al trabajo. No solo llama la atención la ausencia de toda referencia a incrementar la fiscalidad a las rentas más altas o las procedentes del capital, que siguen viviendo en una especie de paraíso fiscal en comparación con el conjunto de la ciudadanía, sino que Bruselas insiste en políticas contraproducentes para la economía española, castigando el consumo cuando este está cayendo y la inflación no supone un peligro puesto que se mantiene en cotas aceptables.

Además de las indicaciones para los países miembros, la cumbre que concluye hoy debe dar un impulso a la salida del problema griego. La primera condición es que el Parlamento de Atenas dé el visto bueno al nuevo paquete de medidas de ajuste preparado por el Gobierno. Sobre esa base, y con la bendición de los jefes de Estado, el día 3 de julio, el Eurogrupo liberará 12.000 millones de ayudas del primer plan de rescate. Ocho días más tarde, el Eurogrupo y el Ecofin concretarán el segundo plan de rescate. Lo más importante de esa fase es que las pérdidas que inevitablemente van a tener los bancos tenedores de bonos griegos --principalmente son entidades alemanas y francesas-- no afecten a su solvencia, que las agencias de rating no rebajen las notas con que les califican.

Una de las cuestiones fundamentales para salir de este embrollo es que los mercados se crean la voluntad de los griegos de cumplir con los requisitos exigidos. Aunque el partido en el Gobierno tiene mayoría absoluta, precisamente merced al castigo que le infligieron los electores helenos a los conservadores, que detentaban el poder cuando estalló la crisis, lo deseable sería que la oposición lo respaldara. El Partido Popular Europeo, reunido ayer en Bruselas, reclamó infructuosamente por boca de Angela Merkel a la derecha griega su apoyo al plan de ajuste. Mariano Rajoy no asistió porque estaba indispuesto.