Será el principio del fin para Cáceres en la élite del baloncesto español si el mal fario que ha acompañado al equipo en lo que va de temporada no se rompe. Y, vistos los acontecimientos, solamente la masa social puede erigirse por una vez en protagonista y, con su unión, desterrar para siempre la negra sombra que amenaza a un club asfixiado por algo más de dos millones de euros (unos 320 millones de pesetas) de deuda. La cita de hoy, que se prevé larga e intensa, tendrá el sabor agridulce de los momentos decisivos. El todo o nada a una operación acordeón (reducción del capital social a cero y posterior ampliación) que no gusta a los grandes accionistas. Ellos también tendrán hoy la palabra.

Lo cierto es que con la desaparición del Cáceres, guste o no, se esfuma la presencia extremeña en el deporte nacional de primer nivel. Pero no es hora de lamentos. Como tampoco lo es de exigir implicaciones institucionales que tan sólo aliviarían la maltrecha economía del club hasta el final de temporada. Y vuelta a seguir. Así sucedió hace un año. Ahora, solamente un consejo fuerte, algo de luz económica en una nueva y casi inverosímil, pero no imposible, vuelta de tuerca y una afición más unida que nunca pueden lograr la supervivencia del Cáceres en ACB. Ojalá que así sea.