El pasado 3 de octubre la galería Sotheby’s de Londres vendió el cuadro ‘Devolved Parliament’ (‘Parlamento delegado’) por 11 millones de euros, entre 5 y 7 veces el precio de salida. Podría ser una venta más que una subasta más, si no fuera por dos razones. La primera es que se trata de una obra realizada en 2009 por el artista Banksy, y la segunda es que representa un pleno del Parlamento británico donde en vez de haber diputados hay chimpancés.

Es la obra de mayor tamaño (4,20 x 2,50 metros) del artista británico, que se la quedó un postor telefónico. Batió de largo el récord de ‘Keep it Spotless’ (‘Mantenlo impecable’) vendido por 1,5 millones en la galería Sotheby’s de Nueva York en 2008.

Banksy es un artista muy particular, y no solo porque su identidad no se conoce con certeza, sino, sobre todo, porque ha ganado su prestigio a base de una extraña mezcla entre provocación estética, retórica anticapitalista y plena integración en el mercado formal de los circuitos millonarios del arte moderno.

‘With Balloon’ (‘Niña con globo’), una de las pinturas más conocidas del artista, fue subastada también en Sotheby’s de Londres. Saltó a todas las portadas porque poco después de que fuera adjudicada por 1,18 millones de euros, se puso en marcha una trituradora que estaba escondida en el marco y que destruyó la mitad del lienzo. Pero como los extraños caminos del arte contemporáneo son inescrutables, en realidad lo que hizo no fue destruir una obra sino crear otra nueva y más valiosa. De hecho, así lo declaró la propia galería, que renombró la obra como ‘Love is in the bin’ (‘El amor está en la papelera’). Al adjudicatario de la puja inicial se le dio la opción de cancelarla, pero confirmó la compra.

Algo más radical ocurrió con otra obra suya a finales del pasado agosto. El mural, en el que se veía a un trabajador quitando una estrella a la bandera de la UE, era una crítica al Brexit pintada en un muro de la ciudad de Dover. Un día apareció oculto por unos andamios y a la mañana siguiente el muro estaba cubierto de pintura blanca. No se sabe si el mural fue retirado, ya que se cree que la familia dueña del edificio tenía interés en venderlo, o si fue repintado.

El propio Banksy declaró en 2006, tras comprobar los precios que alcanzaban sus obras en Sotheby’s: «No puedo creer que vosotros, idiotas, realmente compréis esta mierda». Al mismo tiempo, también ha dicho que «Me encanta la forma en que el capitalismo encuentra un lugar, incluso para sus enemigos».

Así las cosas, de la venta de ‘Parlamento delegado’ podemos extraer varias consecuencias y ninguna buena.

La primera es que existe una evidente pulsión social, de la que los circuitos de arte moderno —como buenos detectores de dinero fresco— se han hecho eco rápidamente, que denigra por completo a los representantes políticos, hasta el punto de ponerlos al nivel de seres no pensantes, como los primates del cuadro de Banksy.

La segunda es que algunos de los líderes sociales más asociados a la lucha anticapitalista —hablamos de Banksy pero se me ocurren ahora mismo otros diez o doce nombres— son en realidad unos cínicos redomados que viven a cuerpo de rey del sistema al que dicen atacar, y además lo evidencian públicamente sin pudor alguno.

La tercera es que los medios de comunicación de masas —como correas de transmisión del mismo sistema— y la ciudadanía en su conjunto —instalada en una extraña mezcla de indignación alienada, es decir, estéril— se convierten en cómplices tanto de los dueños del sistema como de sus cínicos colaboradores.

Bajo esta perspectiva, uno debe dudar dónde se encuentran en realidad los chimpancés, si dentro del cuadro o delante del cuadro. Lo evidente es que seguimos siendo pocos los que levantamos la voz contra una forma de entender el mundo que ya se ha demostrado ineficaz, perversa, cruel, desnortada y sin más proyecto que seguir engrosando los bolsillos del 1% de la población mundial.

Lo único seguro de esta polémica es que Banksy se ríe hasta del último mono, y que las personas a las que representan los monos del cuadro, también se ríen hasta del último mono, incluido el propio Banksy. Adivinen quiénes son los únicos que nunca ríen.

*Licenciado en Ciencias de la Información.