La LOE establece que el calendario escolar que te fijarán las Administraciones Educativas comprenderá un mínimo de 175 días lectivos para las enseñanzas obligatorias.

Cuan grande mi sorpresa cuando el 13 de junio llego a mi casa y mis hijas me comunican que han terminado el curso, que durante la semana siguiente, del 16 al 20, solo irán a clase los alumnos que tengan que recuperar alguna materia. Me quedo durante unos instantes dubitativo, no me salen las cuentes, me faltan cinco días lectivos.

La resolución de la Dirección General de Política Educativa del 8 de junio de 2007, establece que el curso para Educación Primaria y Secundaria comenzará el día 12 de septiembre de 2007 y las actividades lectivas finalizarán en todos los centros el día 20 de junio de 2008, finalizando las actividades académicas el día 30 de junio.

Si el curso comienza el 12 de septiembre de 2007, termina el 20 de junio de 2008, restamos los días festivos, los fines de semana y las vacaciones. ¡Eureka! 175 días lectivos justitos, ni uno más ni uno menos. No llego a entender por qué las clases han terminado el día 13 de junio.

El punto 9 del apartado 1 de la instrucción 3/2008 de la Dirección General de Calidad y Equidad Educativa dice: el resultado de la evaluación ordinaria se comunicará no antes del 13 de junio a las familias y al alumnado que, hasta ese momento, deberá seguir asistiendo a clase con normalidad. Ahora, ahora sí lo entiendo, según este punto puede interpretarse que las clases terminan el día 13 y que durante la siguiente semana solo irán los alumnos que tengan que realizar las pruebas extraordinarias. ¡Encontré los cinco días que me faltaban!

En unas jornadas en las que el director general de Calidad y Equidad Educativa estaba como ponente, yo mismo le dije que ese punto podía interpretarse de esta manera. Su contestación fue, no te preocupes solucionaremos el problema. Por lo visto, no.

Nunca, jamás, una instrucción puede estar por encima de una ley orgánica. No quiero entrar a valorar si 175 días son muchos o son pocos, eso es otro debate, lo que sí es cierto, y no ha lugar a una posible interpretación, es que la ley dice lo que dice, y si no nos gusta siempre podremos cambiarla.

Valentín Sierra Rincón **

Castuera