Las palabras pronunciadas por el señor Fernández Vara hace unos días acerca de la fusión de las cajas extremeñas, han vuelto a abrir el debate sobre esta cuestión de la que se viene hablando desde 1990, fecha en la que se fusionaron las cajas cacereñas dando lugar a Caja Extremadura, excluyéndose entonces Caja Badajoz.

Desde esa fecha, las cajas extremeñas se han hecho la competencia mutuamente, especialmente en Badajoz, donde Caja Extremadura tiene una fuerte presencia; y mientras en la provincia de Cáceres Caja Duero compite fuertemente con la anterior tras absorber a la Caja Rural de Cáceres, a nivel regional sufrimos la fuerte competencia de bancos y cajas foráneas, aspecto que no consigue paliar el llamado impuesto bancario .

Hasta ahora, el señor Ibarra se ha referido a este hecho de forma ambigua, resultando que en esta oportunidad, y ya sin ambages, el delfín del presidente está dispuesto a incluir en su programa electoral la fusión de las cajas extremeñas, previo estudio, y siguiendo la petición popular.

Estas manifestaciones cuestionan a aquellas voces que defienden la no politización de las cajas, como el presidente de Caja Extremadura, dando la razón a aquellos que las acusan de excesiva politización por la fuerte presencia pública en sus consejos.

Hasta ahora, cuando se ha hablado de fusión, se ha hecho circunscribiéndola a la esfera interna de las cajas y a sus órganos de gobierno; e incluso cuando públicamente se ha emitido alguna recomendación al respecto, se ha hecho referencia a una mera unión virtual para fomentar la cooperación tecnológica con el fin último de mejorar el agro regional y como motor e impulso del cooperativismo.

Al politizarse lo privado con fuertes tintes electoralistas, se saca a la calle el debate pasando las razones de empresa a un segundo plano. En efecto, el señor Fernández Vara ha expuesto que "así se lo ha pedido la mayoría de la gente, pues la mayoría de los ciudadanos piden unas instituciones financieras más fuertes", aunque seguidamente y en aparente contradicción, ha señalado que "las cajas tienen sus órganos de decisión", anteponiendo así la carreta a los bueyes y exponiendo como ejemplo de bonanza a las cajas sevillanas, recientemente fusionadas a instancias del partido allí dominante, que es el mismo de aquí.

Favorecen estas manifestaciones el hecho de que el candidato carece de hipotecas respecto a los componentes de las dos cajas extremeñas, a diferencia del presidente saliente, coincidiendo en el tiempo dos hechos significativos, pues en junio de 2009 agotan mandato los presidentes ejecutivos de Caja Extremadura y Caja Badajoz, salvándose con ello algunos obstáculos.

A nadie escapa que la responsabilidad de gobierno en las cajas de ahorro radica en el grupo de corporaciones locales, sobre el que pivotan el resto de grupos. El liderazgo en esta y otras cuestiones radica en él, siendo el resto de grupos meros comparsas. Esta es la grandeza y el principal peligro de nuestras ancestrales cajas, tal y como ha preconizado la Unión Europea con sus constantes advertencias, origen y preludio de la Reforma Financiera y de los avisos que emite el Banco de España.

Al margen de estas valoraciones de índole política, en los tiempos que corren y dado que el pez grande se come al chico, pudiera ser bueno que las cajas extremeñas adquirieran mayor tamaño para poder hacer frente a la competencia. Con ello tendríamos mayor vinculación con el territorio, reforzaríamos la fidelidad de nuestra tradicional clientela y aumentarían los beneficios así como el presupuesto de la Obra Social.

Pero no podemos olvidar que un proceso de fusión no es algo baladí, al entrañar múltiples problemas de índole mercantil y laboral que van desde la denominación de la razón social, el nombre comercial, la ubicación de la sede social y los servicios centrales, nuevos nombramientos, concurrencia de oficinas, prejubilaciones, movilidad geográfica, elección de los nuevos órganos de gobierno, etcétera.

Desde este instante, nos gustaría que se contara con los trabajadores para conocer nuestra opinión y posicionamiento, pues algo debemos decir al respecto. Por ello, los representantes legales de los trabajadores estaremos alerta y pendientes de los pasos que se vayan dando, con el fin de salvaguardar de la mejor forma posible nuestros intereses, tal y como aconteció con los pactos laborales preludio de la fusión de 1990.

*Consejero general de

Caja Extremadura en representación del Grupo de los Trabajadores