El truco está en el redondeo. Una mente lógica y, en consecuencia, políticamente ingenua podría pensar que, si uno forma parte de un partido político y consigue ser votado por el 3% de la población, logrará estar representado en dicha proporción. Es decir, que si estuvieran en disputa 100 escaños, 3 de ellos serían para su partido. Pero nada más lejos de la realidad. Aquí la única lógica que impera es la del método de recuento electoral d´Hont y, por debajo del umbral del 3%, los votos orientados a cualquier minoría serán automáticamente absorbidos por los partidos más poderosos.

Pero el auténtico problema no es ese, sino que también se incautarán del sobrante de todos y cada uno de los redondeos que se lleven a cabo durante el proceso de votación. El resultado final es que, en las cuentas finales de los grandes, por cada dos votos recibidos, se apuntan frecuentemente como mínimo tres. Una lógica que inspira satisfacción a nuestros más populosos políticos y vergüenza ajena a nuestros matemáticos.

Miguel Angel Castro **

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