La última vez que un presidente de EEUU había convocado a los líderes de una cincuentena de países fue Roosevelt en 1945, aunque su muerte le impidió verlos reunidos. El objetivo era la creación de la ONU para evitar caer en los errores de un pasado trágico. Obama ha emulado aquella convocatoria reuniendo a 47 jefes de Estado y de Gobierno con la mirada puesta en un futuro incógnito, pero que podría resultar igualmente trágico si alguien decidiera hacer uso del arma nuclear.

Para reducir este riesgo, los países que respondieron a la convocatoria del presidente de EEUU acordaron asegurar y tener bajo control en el plazo de cuatro años el material fisible existente.

Aunque no se sabe con certeza cuánto uranio enriquecido y plutonio hay por el mundo, cálculos aproximados indican que se podría fabricar la friolera de 120.000 bombas.

El mayor riesgo está en que organizaciones terroristas tengan acceso a dicho material con el que poder fabricar una bomba sucia, un artefacto convencional con una carga de uranio. En más de una ocasión se ha descubierto el contrabando de estos productos peligrosos. El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) empezó a detectarlo tras el colapso de la Unión Soviética. La amenaza aumentó con los atentados del 11-S. Si, como apuntó Obama, el riesgo de una guerra nuclear entre naciones ha disminuido, el de un ataque nuclear de un actor no gubernamental o de origen desconocido ha crecido, lo que hace necesaria la seguridad del material nuclear.

Pese a no haber sido invitado a la reunión de Washington, Irán estuvo presente en el trasfondo de la cumbre después de que el presidente chino, Hu Jintao, cuyo país se había manifestado contrario a cualquier tipo de sanciones contra Teherán por su programa nuclear, accediera a algún tipo de castigo contra la teocracia iraní.

Resultó notoria la ausencia del primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, que sí había sido invitado. Es un secreto a voces la capacidad nuclear israelí. Lejos de Washington, Netanyahu evitaba tener que reconocer la existencia de su arsenal, enfrentarse a las críticas y asegurarse la capacidad de actuar contra Irán.

El mundo en que vivimos es un lugar peligroso. Es obligación de quienes nos gobiernan hacer que sea más seguro. En Washington se ha dado un paso por este camino. Pero no habrá seguridad total mientras existan dobles raseros.