Afectará en España a más de 277.000 personas en 2020, con un aumento en 4 años de un 12%, el doble en mujeres que en hombres. Constituirá la segunda causa de muerte en ellas y la primera en ellos, devorando en incidencia los pulmones o el colon y el recto de los varones o las mamas y los pulmones de las hembras. En el mundo serán 18 millones de casos nuevos y 9,6 muertes. Mas alerta la OMS de que este desolador panorama podría mejorar, pues entre el 30 y el 50% de los casos son prevenibles mediante hábitos saludables, vacunación y diagnósticos y tratamientos oportunos.

Ya habrá advertido el inteligente lector que no me estoy refiriendo a la pandemia actual, con solo apenas un año de vida y datos crecientes diarios que provocan al escucharlos del escalofrío a la náusea. No escribo sobre la urgencia actual que ha paralizado el mundo, Europa y España en este puente de Todos los Santos de sol y vida en un otoño que las recientes lluvias han convertido en la ansiada pero vedada puerta del paraíso a las escapadas rurales, la playa, la casa del pueblo o el hotelito europeo de Halloween, con museos y compras incluidos al terminar octubre. Nuestro pequeño mundo se ha llenado de muros y tan grave lo han debido ver los que mandan que quieren mantenerlos seis meses. Mas aunque muy lejos del 4 de febrero, su día mundial, el terrible caso de Sonia Sainz-Maza o Leonor Gil, muertas ambas de cáncer de colon sin haber conseguido atención médica presencial, debe agitar las conciencias de los responsables médicos y los irresponsables políticos que se van de cena mientras nos confinan, como lo hizo ayer con la mía, María, voluntaria contra el cáncer, cuando se me acercó en Cánovas con los abrumadores números de esa otra urgencia que no cesa: - Ahora solo coronavirus, coronavirus, coronavirus…

La atención médica telefónica no basta. Porque propicia negligencias y abandonos mortales. El cáncer y otras patologías no esperarán para matar a que el coronavirus pase. Y añadirán más muertes invisibles al número de muertes insoportables que nos aplasta.