El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha precisado que el medio punto de superávit con que el Estado cerrará sus cuentas del 2003 se debe al 0,9% de beneficio que tendrá la Seguridad Social, porque las cuentas básicas del Estado tendrán un déficit de entre el 0,3% y 0,5%. Montoro combinó ambas cifras para conseguir el efecto del superávit del 0,5% y mantener la imagen de eficiencia del Gobierno del PP. Y de manera incomprensible, el portavoz del PSOE, Jesús Caldera, se dejó guiar por ese excedente para pedir más inversión en equipamientos, sin reparar en que de la Seguridad Social no se pueden desviar partidas a otros gastos del Estado.

Sin embargo, el debate de fondo de los presupuestos del 2004 es otro. El PP mantiene que su objetivo es crear empleo --aunque sea precario--, porque así aumentan los cotizantes y los contribuyentes por IRPF, y reducir impuestos para que el mayor consumo incremente la recaudación. Pero el PP silencia que esa política también supone un aumento de las desigualdades. La menor inversión en bienestar social, en infraestructuras y en capital humano (educación e investigación) puede ser efectiva en el corto plazo anual, pero lastra el crecimiento de próximos años.