TTte levantarás a las siete para coger la fresca. Tus primeros bostezos del día se llenarán de un viento suave con olor a pasto y a verano, que entrará por la ventana del coche. Transcurrida media hora de viaje, ya le habrás echado la primera bronca a tu hijo, de 11 años, por molestar a su hermana, una malhumorada jovencita de 16 a la que, según ella, tu mujer y tú le amargáis las vacaciones con esa manía de obligarla a que os acompañe. Deberás tener bastante paciencia divina los diez días de vacaciones para aguantar sus arrebatos de insolencia.

Después de un viaje de 700 kilómetros, en el que discutirás varias veces con tu mujer porque enredas mucho con el GPS y no prestas atención a la carretera, llegarás a Benidorm sobre las 4 de la tarde y te instalarás en el hotel. Una vez colocado el equipaje, te pondrás ropa playera --camiseta con publicidad de marca de cerveza, bañador XXL y chancletas de goma china--, acarrearás la sombrilla y una pequeña hamaca, y te dirigirás a la playa. Antes serás testigo de una bronca entre tu mujer y tu hija, porque la niña se empeñará en quedarse en la habitación y tu mujer no estará dispuesta a dejarla sola.

Te costará encontrar sitio en una playa ocupada por dos habitantes cada metro cuadrado. Te verás rodeado por una muchedumbre de playeros como tú, pero tu atención la repartirás entre tres jóvenes gracias rubias nórdicas, que toman el sol en topless a tu derecha, y un tipo barrigudo, al que no le envidias la talla del bañador, a tu izquierda. Durante los 10 días siguientes seguirás una rutina: desayuno a las 10, playa con cervezas a partir de la una en el chiringuito, comida-bufet en el hotel --para cebarte a gusto--, pequeña siesta, playa, cena-bufet --para seguir cebándote--, paseo, copa en terraza y a dormir. Volverás bronceado, con 4 kilos de más, con ganas de estar unos días tranquilo en tu casa. A los 10 días volverás a la rutina del trabajo pensando en la rutina de las próximas vacaciones.

*Pintor