TLta interinidad del Gobierno en nuestro país está comenzando a pasarnos factura. Dentro de nuestras fronteras la inacción gubernamental se traduce, entre otros males, en la ausencia de políticas de estímulo necesarias para potenciar la recuperación económica. También allende nuestros límites se aprecia una parálisis en las relaciones exteriores que conlleva consecuencias tan nefastas como que España más que nunca está siendo ninguneada. Nuestro país, tanto por su potencial económico como por su situación geoestratégica, debería ser uno de los Estados a tener en cuenta en la aldea global. La restauración de la democracia sirvió para que en el orden internacional ganásemos enteros de cara a alcanzar el rol que nos corresponde, pero en los últimos años hemos ido perdiendo relevancia (repásense los cargos internacionales que desempeñan hoy españoles).

A nuestros líderes políticos --algunos verdaderos paletos en idiomas-- casi nunca se les invita a la mesa de las decisiones; la mayoría de las veces asisten de convidados de piedra. En la historia próxima muy pocos presidentes han tenido peso específico internacional. Las empresas españolas vienen demostrando su capacidad para implantarse en la esfera económica mundial, pero las inversiones en países extranjeros, además de estrategias comerciales, requieren de la diplomacia y de las gestiones que los responsables gubernamentales sepan llevar a cabo. Uno de los servicios que la Corona ha prestado a España ha sido la política exterior. Pues bien, en estos momentos tenemos escondido al monarca. Con Iberoamérica las cosas cada día van peor. Nunca estamos a la altura de los hitos históricos. Clama al cielo que Cuba, que se está abriendo al mundo, desdeñe a España y prefiera otros socios con los que históricamente ha tenido menos vínculos.

Y aquí nuestros políticos siguen en Babia. Los ciudadanos están hartos de oír ocurrencias y de que se soslayen cuestiones apremiantes. De relaciones internacionales, de medidas realistas contra el desempleo, de pensiones, de déficit público, de educación, de problemas de la justicia; de eso, ni hablar. De sacrificarse por la nación y facilitar la formación del Gobierno, tampoco. Parece que para algunos lo urgente es repartirse cargos y proponer medidas utópicas que, sin soporte económico, quedarán en meras quimeras.

*Catedrático de Derecho Mercantil.