En los próximos días se celebrará el cincuenta aniversario de la fundación de mi pueblo, y este es el motivo de la presente, mi PUEBLO, con mayúsculas. Estoy acostumbrado a oír hablar por todas partes, en medios de comunicación, a nuestros concejales y al ilustrísimo señor alcalde de los poblados de Valdebótoa, Gévora, Sagrajas, etcétera, y la verdad es que a las gentes de los pueblos eso de poblados les suena un poco arcaico. Según la Real Academia Española un poblado es una población, ciudad, villa o lugar, mientras que la definición de pueblo, aunque similar, tiene algunos matices ya que lo define como ciudad, villa, población de menor categoría y conjunto de personas de un lugar. Creo que es en esta última acepción donde radica la diferencia entre un poblado y un pueblo, en sus gentes. A mi parecer la palabra poblado recuerda a la típica imagen de aldea con cuatro casas en torno a una plaza, con calles desiertas, una población muy envejecida y en la que apenas hay vida. Los pueblo del Plan Badajoz son mucho más, ya no solo por los números: de habitantes, de viviendas o de jóvenes o mayores. Es la sociedad que en ellos lleva cincuenta años gestándose la que les ha dado la categoría de pueblo. Al pueblo lo hacen sus gentes, su sociedad. No vivimos ya en la sociedad de mediados del siglo XX, en estos pueblos se han desarrollado auténticas redes comerciales, personales, asociativas, en definitiva, hay una auténtica sociedad que funciona como pilares de estos pueblos. Sus vecinos se sienten vecinos de un pueblo, no moradores, como lo fueron los primeros colonos provenientes de otras poblaciones, tienen conciencia de pertenencia a un lugar. En estos pueblos, las gentes tienen sus recuerdos de la infancia y en ellos descansan sus seres queridos, es donde la gente tiene sus raíces y donde quieren que sus hijos siembren las suyas. Con todo esto no quiero decir que reneguemos de las raíces de nuestros antepasados, sino más bien todo lo contrario, el pasado está ahí y no hay que olvidarlo, hay que tenerlo presente para poder aprender de él y con sus conocimientos seguir avanzando hacia el futuro. Es por todo esto que creo, y son muchos los que piensan como yo, que ya es hora de desechar la palabra poblado cuando se habla de las pedanías, porque nos sentimos un auténtico pueblo. No sé si jurídicamente esto es posible, como se suele decir para ello doctores tiene la iglesia, pero ese es nuestro sentimiento. Esta es en definitiva la pelota que lanzo al tejado de quien corresponda, que de una vez por todas los medios de comunicación, concejales y el ilustrísimos señor alcalde empiecen a llamarnos por nuestro nombre, PUEBLO.

Juan P. Samino Carvajal **

Valdebótoa